¿ANARCOCAPITALISTA FUERA DEL CLOSET?

Ricardo Valenzuela

O QUE PENSAM OS ANARCOCAPITALISTAS? por Sorayah Câmara – ORBIS NEWS

            Hace unas semanas recibí una invitación de la Fundación Friederich Naumann a la ciudad de México, para dar una charla que se tituló: ¿Por qué México necesita de una democracia liberal? Al inicio de mi exposición, tendiendo la mesa para las ideas que me preparaba a servir, propuse definir el concepto liberal puesto que ha sido tan manoseado por el mundo, que en muchas partes lo han dejado inservible.

            Después de explicar cómo en los EEUU el partido demócrata secuestró el término para definir su filosofía estatista totalmente opuesta al concepto original, pasar a la narración histórica de cómo en México Benito Juárez lo enturbiaba con su odio y persecución de la iglesia, Francisco Cosmes, ya impregnado del positivismo de Comte, lo bautizara como la Honorable Tiranía y entregarlo a Porfirio Díaz, fue que inicié describiendo mi visión del verdadero liberalismo.

            Expresaba la fuente de mis ideas era John Locke quien se rebelándose contra las monarquías, afirmaba antes del poder “divino de los reyes,” el hombre tenía derechos naturales anteriores a los estados: A la vida, a la libertad, a la propiedad y era responsabilidad de los estados proteger esos derechos, mas de ello, era invasión de campos que no le correspondían. En eso interrumpe uno de los participantes, quien se identifica como Profesor del ITAM, originario de Inglaterra y experto en estos temas filosóficos.

            Procede en desacuerdo a señalar que el mismo John Locke en su magna obra: “Dos Tratados de Gobierno,” afirmaba era responsabilidad del estado el bienestar de los ciudadanos. Sorprendido le respondo que en mis años de lectura de Locke, jamás me había topado con ello, y mas que Locke, me parecía algo emanado de la pluma de Marx. Se inicia un interesante debate en el cual ninguno de los dos cedíamos, hasta que un poco frustrado intento cerrarlo con un: “Desconozco esa faceta de Locke, pero sí es como tú dices, en estos momentos lo borro de la lista de mis héroes.”

            El Profesor mostrando cierta molestia afirma: “Me parece que tú vas más por la línea del filósofo Nozick,” tal vez pensando yo no lo conocía. Efectivamente reviro, Nozick ha sido mi héroe en aspectos filosofía política y su libro: “Anarquía, Estado y Utopía,” ha inspirado algunas de mis posiciones en las cuales, siempre he considerado al “gobierno evolucionado” la gran carga de la sociedad que no permite su verdadero desarrollo. El Profesor esbozando una sonrisa burlona ahora afirma: “Entonces tu más que liberal eres anarquista.” En esos momentos sentí como cuando mi padre me reprochaba alguna de las infinitas maldades de mi juventud.

            Acto seguido y como reacción le respondo: “Pienso que especialmente en aspectos económicos, soy en cierta forma anarquista. Yo creo más en el orden natural de los filósofos originales del liberalismo—lo que Adam Smith definía como la mano invisible—que en las visibles y crecientes intervenciones de los gobiernos, en donde ellos sí provocan una verdadera anarquía empobreciendo cada vez más a las sociedades.”

            El milagro que le daba vida a los EEUU, fue el edificio erigido por Jefferson y Jackson tratando de minimizar el nocivo efecto del gobierno en las vidas de los ciudadanos. La novedosa versión debería ser moldeada como un ente pequeño sin ejército de planta; sin deuda y sin el poder ilimitado de gravar con impuestos; sin tarifas de importación; sin involucrarse en obras públicas; sin regular ni controlar; que permitiera el dinero y la banca operar en un mercado libre. En palabras de H. L. Mencken: “Un gobierno que casi, casi no lo fuera.”

            En el plan de esos “anarco capitalistas populares,” Jackson debería servir como presidente 8 años, debía seguirle 8 años de Van Buren y finalmente 8 años de Benton, lo que dejaría los cimientos del nuevo edificio indestructibles. El plan funcionaba a la perfección y los años de Jackson serian admirables emergiendo el milagro. Seguía Van Buren quien continúa el legado separando al gobierno del sistema bancario. Sin embargo, en 1840 era derrotado.

En 1844 Van Buren recupera la presidencia, pero un fatal evento empañaba la marcha liberadora. Texas pedía ser aceptado como parte de la Unión, pero como un estado permitiendo la esclavitud. Van Buren ferozmente se opuso pero no así Jackson y, ello iniciaba la grieta del partido Demócrata que provocara su naufragio. La guerra civil y la derrota del sur, sería utilizada por el partido triunfador, el Republicano, para derrumbar del edificio liberal iniciando la construcción del estatismo con un gobierno federal gigantesco, subsidios a los grandes negocios, altos impuestos, mercantilistas tarifas protectoras, papel moneda inflacionario, y lo mas devastador, un impuesto sobre los ingresos.

La derecha—bautizada cuando en Francia el representante de el viejo orden aristocrático feudal se ubicaba en el lado derecho del parlamento—hacia finales del siglo XIX decidían cambiar sus tácticas por algo sumamente eficaz: la demagogia con slogans como: “Estamos a favor de el progreso de las masas, pero debemos regular la economía para consolidar el bien común. Debemos de sustituir ese salvaje “perro como perro” del mercado libre con una cooperación planeada y organizada. Debemos desterrar las inocentes ideas liberales de paz y libre comercio, por otras de poderío militar y proteccionismo. Pero para activar todos estos cambios, requerimos de un gobierno poderoso no el alfeñique que pretendía Jeffrerson.”

Liderados por Bismarck en Prusia, esa derecha confeccionaba un colectivismo de guerra, proteccionismo y carteles de negocios: Una gigantesca red de controles, legislaciones, regulaciones, subsidios, privilegios, forjando una sociedad entre gobierno y una nueva “elite empresarial” producto de ese diabólico matrimonio. Convencían luego a las masas que tiranía era mejor que libertad, los carteles monopolistas de negocios superiores a los mercados libres, utilizando para ello a las “clases intelectuales” al mismo tiempo que petrificaban cerebros con el yugo de la educación pública fabricando dependientes, para luego tirarles con las migajas del “gasto social.”

Si el oponerse a ese perverso movimiento opresivo y creer más en el mercado que en estado; Creer en una sociedad civil intelectualmente libre definiendo su propio futuro con oportunidades para todos; si el admirar al capitalista del cencerro más que Slim me cuelga la etiqueta, ¡sea pues y me declaro anarcocapitalista fuera del closet!

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