MAGA VERSUS LA EMERGENCIA DE LA BANDA ROTHSCHILD

  Ricardo Valenzuela

David Rockefeller and Jacob Rothschild's Business Deal Created a Historic  Legacy | Vanity Fair

En 1853 el comandante de la escuadra norteamericana de las Indias Orientales, Matthew C. Perry, llegaba a Japón con sus “barcos negros”. El aspecto amenazante de aquellas enormes embarcaciones que arrojaban humo debió de horrorizar a los japoneses de la época, que nunca habían visto nada parecido. Pero conforme iban difundiéndose diversas informaciones sobre los recién llegados, los temores quedaron atrás y en su lugar una insaciable curiosidad se instaló en las mentes de la gente.

Japón habia permanecido cerrado al mundo durante siglos con una sociedad y su economía blindada a lo que, sin saberlo, sería una plaga fatal que primero contagiara a toda Europa, para luego pasar a los EU y el resto del mundo occidental. Ese blindado no habia permitido que Japón avanzara a la velocidad que habia provocado la revolucion industrial, básicamente en Europa y los EU. Así, Japón sería un buen ensayo y mejor ejemplo de las víctimas que buscaba esa plaga hambrienta de conquistas.

 La visita de Perry permitió a los japoneses tomar conciencia de la forma en que los países occidentales estaban afianzando su presencia en Asia. Comprendieron que la suya era una época en la que, dentro de la gran variedad de razas, pueblos y estados que componían el mundo, los blancos se hallaban en la cúspide. Japón tardaría todavía un poco más en poner proa a una modernización que le permitiera igualarse a los países occidentales, pero la visita de Perry fue un hecho histórico de primer orden que obró una verdadera renovación en la conciencia nacional de los japoneses.

Para mostrar a los japoneses el gran desarrollo alcanzado por la industria norteamericana, Perry puso en funcionamiento una locomotora en miniatura especialmente fabricada, que además de arrojar grandes bocanadas de humo alcanzaba los 30 kilómetros por hora. En terrenos cercanos al lugar donde ya se negociaba, se dispuso una vía circular de unos 100 metros de longitud, alrededor de la cual se congregó una multitud. Al pequeño tamaño de la locomotora se había enganchado un vagón de pasajeros.

Algo verdaderamente interesante empezaba a suceder en el nuevo país llamado Estados Unidos de America. Los colonos habían combatido ferozmente a un Imperio Británico que, en cierto momento de la historia, llegara a controlar gran parte del mundo porque ese era su propósito ya claramente establecido. Un propósito reforzado con la aparición de Cecil Rhodes con sus organizaciones secretas de los calificados como superhombres. Supuestamente, las colonias americanas, al lograr su independencia antes del juramento de Rhodes y Milner, quedarían protegidas. Pero, habría un nuevo juramento específicamente contra el nuevo pais.

Ante el asombro del mundo, los EU durante el siglo 19 ya mostraba su impresionante musculatura de campeón que podría retar a las fuerzas tradicionales que luchaban para ganar espacios en un mundo tan cambiante. Un nuevo país que, con su esquema libertario, abría con amplitud las puertas a la revolución industrial para convertirse en el gran capullo de los debutantes emprendedores que, sin las camisas de fuerza que regían a Europa, sería el escenario de hombres como John D Rockefeller, JP Morgan, Vanderbilt, Carnegie quienes, sin respetar la libertad que les habia permitido crear sus fortunas, pasarían a ser llamados Robber Barons y darle mala fama a lo que la gente confundió con capitalismo.

 Pero, de repente EU se presentaba al mundo vistiendo la misma armadura que los primeros americanos tanto despreciaran, la misma voracidad del Imperio Británico que ahora el nuevo país representaría. Voracidad que le redituaría la mitad del territorio mexicano, las Filipinas, parte de las colonias francesas en America, Puerto Rico. Es decir, los descendientes de los colonos que habían iniciado su vida con la Constitución más libertaria de la historia, ahora se convertían en odiados imperialistas. En aprendices de los piratas ingleses que robaban los barcos españoles transportando el oro y plata de sus colonias. Se habían convertido en los ejemplos que, al pasar los años, esos robos los ejecutarían corporaciones mundiales.

 Llevarían a cabo una transformación para convertirse en piratas de los capitales y la riqueza que se producían en todo el mundo. Ya no recurrían al abordaje de buques en alta mar, abordarían paises enteros con aquella fórmula creada por Mayer Rothschild cuando afirmara: “Denme la emisión de monedas y no me importa quien haga las leyes,” ignorando las advertencias de Jefferson cuando afirmara: “Yo pienso que los bancos, con poder de emitir moneda, se tornarán más peligrosos para nuestras libertades que ejércitos de ocupación.”

 Pero, estos nuevos piratas ya no serían representantes de paises navegando los océanos en busca de sus víctimas, ahora serían piratas privados tomando control del recién inventado concepto de la banca central. El concepto del viejo Rothschild lo harían realidad sus hijos cuando se adueñaran del Bank of England, después de ganarse la confianza de la monarquía destruyendo la peseta española. La Casa Rothschild establecería una gran red de negocios en España. Pasarían a controlar la concesión de servicios financieros para Hacienda Pública, al Banco de España y empresas mineras y ferroviarias de primer nivel, como la Rio Tinto Co.

 Ya mostraban en su lista de clientes al Vaticano pues habían sido varios los préstamos de los Rothschild a la Iglesia Católica. El primero fue en 1832, tras las Guerras napoleónicas durante el pontificado del Papa Gregorio XVI. Un segundo se produjo durante el pontificado del Papa Pío IX a principios de 1850, tras el colapso de la efímera República Romana revolucionaria de Giuseppe Mazzini y la restauración de los Estados Pontificios. Hasta la fecha los Rothschild continúan siendo los banqueros del Vaticano.

 Los Rothschild habían ayudado a Rockefeller para establecer el monopolio mundial del petróleo y allí nacería la unión para formar el grupo de la oligarquia global. Y ya de forma organizada y con su presentación especial de liberadores, los piratas del capital surgirían con organizaciones como Bilderberg, Comision Trilateral, Council of Foreing Relations, The City of London Co. Pero tenían un sueño irrealizado, un banco central para EU que se convirtiera en una lucha de casi 150 años cobrando victimas como Lincoln, Garfield y Kennedy. Su objetivo final era el lograr una economía mundial de “mercados politizados” para luego adueñarse de los gobiernos.     

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