Ricardo Valenzuela
En 1853 el comandante de la escuadra norteamericana de las Indias Orientales, Matthew C. Perry, llegaba a Japón con sus “barcos negros”. El aspecto amenazante de aquellas enormes embarcaciones que arrojaban humo debió de horrorizar a los japoneses de la época, que nunca habían visto nada parecido. Pero conforme iban difundiéndose diversas informaciones sobre los recién llegados, los temores quedaron atrás y en su lugar una insaciable curiosidad se instaló en las mentes de la gente.
Japón habia permanecido cerrado al mundo durante siglos con una sociedad y su economía blindada a lo que, sin saberlo, sería una plaga fatal que primero contagiara a toda Europa, para luego pasar a los EU y el resto del mundo occidental. Ese blindado no habia permitido que Japón avanzara a la velocidad que habia provocado la revolucion industrial, básicamente en Europa y los EU. Así, Japón sería un buen ensayo y mejor ejemplo de las víctimas que buscaba esa plaga hambrienta de conquistas.