Ricardo Valenzuela
Si alguien realmente quisiera dedicar su vida al servicio publico recibiendo las herramientas para dominar ese difícil arte, en lugar de asistir a la Kennedy School of Government en Harvard, debería estudiar con profundidad la historia de los enfrentamientos que tendrían Thomas Jefferson y Alexander Hamilton, quienes, en sus apasionados debates, en mi opinión, proporcionarían la novedosa estructura política final para el recién nacido país que bautizaran como Estados Unidos de America. Dos hombres brillantes, apasionados, valientes. Ambos sobrios abogados, firmantes de la Constitución, pero con ideas que nunca pudieron conciliar y los enfrentaría durante años.
Las ideas de Hamilton sentarían la primera oposición a las que compartían todos los padres fundadores, esas ideas que permanecen empolvadas y a los hombres que las profesan hoy día, se han llegado a conocer, primero como liberales y después como libertarios. Ideas que serían el material para escribir todos los documentos del nacimiento del país: La Declaración de Independencia, la Constitución, y La ley de los Derechos.
Sin embargo, además de las feroces críticas que Jefferson le dedicaba a Hamilton, se sumaban las de Madison que afirmaba: “Si su teoría de gobierno estaba tan lejos del estándar republicano, al menos tuvo la franqueza de admitirlo y el gran mérito de cooperar con un sistema que no fue su elección y nunca lo aceptaría”.
Cuando Jefferson
llegaba a la presidencia ante las ruinas del partido de su enemigo, lo mismo
que sus esperanzas políticas, definía a Hamilton como perdedor y lo acusaba. “Cuando
nuestro primer gobierno fue instalado, existía la gran posibilidad de
mantenerlo sobre la ruta de los principios verdaderos de la libertad, de un
organismo sobrio, acotado, vigilado, pero, las ideas y acciones de Hamilton destruyeron
esa posibilidad. Pudimos pagar sus deudas en quince años, pero nunca pudimos
deshacernos de su fatal sistema financiero”.
Se sabía ya de la
gran penetración de los masones que se habia
iniciado en la colonia. Hamilton fue uno de los muchos Padres Fundadores que
eran masones. Él era el hombre en America de la familia Rothschild, propietaria
del Banco de Inglaterra y líder del movimiento masónico europeo. George
Washington, Benjamin Franklin, John Jay, Ethan Allen, Samuel Adams, Patrick
Henry, eran masones. Así se habia iniciado el enfrentamiento que hoy
día lo representan Conservadores contra Socialistas. Se habia gestado en
aquella era entre masones y los gentiles. Y a las ideas de los masones ya se habían
sumado a las del Illuminati y nacia el Estado Profundo.
El movimiento
que ahora se conoce como Estado Profundo, lo iniciaría en Bavaria durante el siglo
18 Adam Weishaupt, exsacerdote católico con su visión que luego le diera vida al
Nuevo Orden Mundial. Las autoridades de Bavaria se dieron cuenta de ese
movimiento instalado en templos masónicos y arremetieron contra ellos. Weishaupt
fue expulsado de Bavaria. De inmediato aparecía en Paris para promover la
revolucion Francesa que fuera totalmente financiada por los Rothschild. El objetivo
Illuminati es destruir gobiernos desde su interior con falsas rebeliones populares
para la conquista mundial y, a solicitud de Rothschild, apuntaban hacia los EU.
Los revolucionarios habían ganado la guerra con una sospechosa ayuda de Francia. Enviarían al Marqués de Lafayette para liderar esa ayuda. Pero la realidad era que Lafayette, además de masón, era cabildero entre EU y Francia. También tenía un parentesco con los Du Pont, una familia Illuminati y él era también Illuminati de alto grado. Antes de viajar a EU, en 1773 habia tenido una serie de reuniones con Weishaupt en Paris. El mismo mensaje de subversión que le hubieran dado a Robespierre para explotar la revolucion francesa, le fue dado a Lafayette para instalar un gobierno a su gusto en EU.
Los padres
fundadores abanderados de la libertad eran encabezados por John Adams, Thomas
Jefferson, James Madison y Thomas Paine, ninguno de ellos era masón, querían
romper por completo los lazos con la Corona británica, pero fueron
desautorizados por la facción masónica con miembros como Hamilton y el Gran
Maestro de la Logia St. Andrews en Boston. Pero, el enemigo ya lo tenían en
casa. El admirado general francés, Lafayette, quien representaba el apoyo de
Francia en la guerra de independencia, ya estaba en EU y trataría de reclutar a
Jefferson. Al fracasar en su intento, fue que arreglara el financiamiento final
para la guerra con el que arribaba el control financiero total de los Rothschild
que hasta la fecha existe.
Cuando
Jefferson fuera electo presidente en 1801, sería una derrota especial para
Hamilton ya sin boleto para el altar de otros estadistas de su era, Rushmore.
Había otra capa de su reputación que no le favorecía. De acuerdo con estas
opiniones, aunque Hamilton habia sido uno de los firmantes de la Constitución,
él no creía en su contenido ni en las libertades que aseguraba. El soportaría
al gobierno republicano porque tenía que hacerlo, al mismo tiempo que operaba
queriendo transformarlo y hasta subvertirlo. En el fondo, él era un aristócrata
y plutócrata que favorecía el control de las elites.
En uno de
sus ultimas cartas dirigidas a uno de sus amigos afirmaba: “la democracia es el
veneno y la enfermedad que le costará la libertad y luego la vida a America”.
Sin embargo, no era único portando esos sentimientos. Todos los padres
fundadores querían un gobierno de controles y equilibrios, nunca de plebiscitos.
Hamilton siempre repetía que lo diabólico que estaba invadiendo el país era
producto del exceso de democracia y sería la cruz que cargaría a futuro. Y
Jefferson compartía esa opinión describiendo la democracia como dos lobos y una
oveja discutiendo el menú para la cena. ¡Los EU no son una democracia, son una
república!
Al iniciar el gobierno del nuevo país, a pesar de todos sus enemigos, Hamilton fue nombrado por el presidente Washington Secretario de la Tesorería como el gran regalo para los Rothschild; el control total del sistema bancario como base para iniciar la ruta hacia la madre de todas las prisiones. El Fondo de la Reserva Federal. Fallarían con sus primeros dos intentos en 1791 y 1816, para finalmente en 1913 apretar las cadenas de la gente, no solo con el nacimiento del FED, pues lo acompañarían con el establecimiento del Impuesto sobre la Renta. Ambos inconstitucionales.
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