QUE DEBERÍA HACER UN BUEN GOBIERNO

Ricardo Valenzuela

 La Ciudad [VII]: la alegoría del buen y el mal gobierno - Arquine

El gobierno debería tener un importante papel en las sociedades libres. Debería proteger los derechos de ciudadanos creando un entorno en donde la gente pueda vivir y tomar proyectos razonablemente seguros de amenazas de muerte, asaltos, robos o invasiones extranjeras. Bajo los estándares de la mayoría de los gobiernos de la historia, este es un papel muy modesto. Eso fue lo que hizo a la revolución americana especialmente revolucionaria. La declaración de independencia proclamaba, “Para asegurar estos derechos, los gobiernos son instituidos entre los hombres.” No para hacer que los hombres fueran morales. Tampoco para impulsar el crecimiento económico. Ni para asegurar que todo mundo tuviera un estándar de vida decente. Solamente la idea revolucionaria de que el papel del gobierno estaba limitado a proteger nuestros derechos.

Pero imaginemos cómo luciría el mundo en libertad e invadido de prosperidad si el gobierno desarrollara bien esa simple y limitada tarea. Desafortunadamente, la mayoría de los gobiernos fallan ante la visión que le heredara Jefferson al nuevo país de dos maneras. Primero, no desarrollan una buena función para firmemente aprender y castigar esos que violenten nuestros derechos. Segundo, buscan engrandecerse ellos mismos tomando cada vez más poder, introduciéndose en más aspectos de nuestras vidas, demandando más de nuestro dinero, y limitando nuestras libertades a base de reglas, impuestos, mandatos, permisos etcétera.

 El aspecto más revolucionario de la Revolución Americana fue el de crear, desde cimientos, un gobierno nacional limitado a poco más que protección de los derechos individuales. Durante la edad media, en Inglaterra y otros paises europeos la idea de gobierno limitado habia crecido. Ciudades habían escrito sus propios capítulos constitucionales, y asambleas representativas habían buscado controlar reyes a través de documentos como la Carta Magna y el Golden Bull de Hungría. Muchos de los colonos americanos—y algunos de sus partidarios británicos como Edmund Burke—vieron en la revolución un reclamo de sus derechos como ciudadanos ingleses. Pero, las sagradas palabras de la Declaración de Independencia y las estrictas reglas de la Constitución irían más allá que algunos esfuerzos anteriores declarando los derechos naturales de vida, libertad, y propiedad, y delegando al nuevo gobierno solo los poderes necesarios para proteger esos derechos.

Pero es importante distinguir entre gobierno y estado. Un gobierno es una organización consensual por la cual se adjudican disputas, se defienden derechos y se surten ciertas necesidades comunes. Una asociación de condominios, por ejemplo, tiene un gobierno que adjudica disputas entre los dueños, regula el uso de las áreas comunes, protege a los residentes de intrusos criminales, y surte otras necesidades comunes. Podemos fácilmente entender por qué la gente busca tener ese tipo de gobierno. En cada caso, los residentes aceptan los términos del gobierno (su constitución o reglamentos) y dan su consentimiento para ser gobernados por ellos. El estado, por otra parte, es una organización coercitiva gozando del monopolio sobre el uso de la fuerza en un área geográfica y ejercita gran poder sobre sus subjetos. La audacia y el genio de los padres fundadores de EU fue crear un gobierno que no fuera un estado.

Históricamente, el origen real del estado se fundaba en conquista y explotación económica. Franz Oppenheimer señalaba que hay dos formas básicas para adquirir los medios para satisfacer necesidades humanas. El trabajo o el robo, el trabajo de uno mismo y la apropiación del trabajo de otros a través de la fuerza. El llamaba trabajo y libre intercambio los medios económicos para adquirir riqueza, y la apropiación del trabajo de otros, lo calificaba medios políticos.  

Podemos rastrear los orígenes del estado como bandidaje, robos, fraude que han sido los caminos usuales en que la gente, a través de la fuerza, busca apropiarse de lo que otros han producido. Pero qué nivel de eficiencia requeriría organizar y regular el robo. El estado es la organización de esos medios políticos. Los Estados emergieron cuando un grupo conquistara a otro y se estableciera para gobernarlo. En lugar de robarlos conquistarían grupos y seguían adelante. Los conquistadores se aclimatan y establecerían impuestos en lugar de robos. Esta regularización tiene algunas ventajas para la sociedad conquistada, ejemplo, en lugar de sembrar maíz, trigo, o construir casas y luego ser sujeto a impredecibles atracos por parte de ladrones, la gente pacífica y productiva puede simplemente decidir ser forzada y aceptar, digamos, dar un 25% de las cosechas a sus conquistadores, con el conocimiento que eso será la dimensión de la depredación, pero serán protegidos de atacantes.  

Este entendimiento básico de la distinción entre sociedad y estado, entre la gente y sus gobernantes, tiene profundas raíces en la civilización Occidental. Los Levellers, esos grandes soldados de la libertad Inglesa en los tiempos de Carlos I y Cromwell, entendían bien que los orígenes del Estado Inglés tenía sus raíces en la conquista de Inglaterra por los Normandos, que de inmediato impusieran a los ingleses libres el yugo Normando. Un siglo después, cuando Thomas Paine pretendía destruir la legitimidad de la monarquía británica, el señalaba, “ahora un bastardo francés, arribando con un ejército de bandidos armados, pretende establecerse como Rey de Inglaterra en contra del consentimiento de los nativos, en términos simples, es solo un mezquino bribón muy original.”    

En su obra “Mas de lo Mismo”, en 1925 HL Mencken escribía.

“El hombre ordinario ve claramente que el gobierno es algo que yace completamente lejos de él y muy lejano de la generalidad de los hombres—es un poder separado, independiente y hostil, solo parcialmente bajo control, y capacitado para provocarle gran daño. El Gobierno hay que entenderlo, no como un comité de ciudadanos elegidos para llevar adelante los asuntos comunales de toda la población, sino como una corporación separada y autónoma, principalmente dedicada a explotar a la población para el beneficio de sus miembros. Cuando un ciudadano privado es robado, un hombre valioso es privado del fruto de su trabajo, cuando el gobierno es robado, lo peor que puede pasar es que ciertos granujas y holgazanes tengan menos dinero que antes para hacer lo que les dé la gana.”

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