RICARDO VALENZUELA
Cuando la Iglesia
católica perdía su prominencia después de casi 1,500 años de haber ejercicio un
poder superior al de las monarquías de toda Europa, se iniciaban también la reducción
de sus ingresos y graves problemas financieros. Y, desesperados buscaban todo
tipo de trucos para resolver lo que ya era una crisis. Y fue cuando se iniciaría
un interesante proceso. Como la iglesia, al igual que los gobiernos actuales, ideológicamente
era defensora del feudalismo y gran crítica del comercio y del capitalismo
original. El comercio por ser considerado una actividad para clases bajas y veían
un futuro peligroso con el capitalismo masivo. De forma sádica y con ayuda de
sus asesores, se sumaba a una sociedad para iniciar uno de los procesos más
importantes de la historia.
Esa sociedad decidía construirle al nuevo capitalismo una falsa fisonomía para culparlo de todos los pecados del feudalismo, de las monarquías, de su propia iglesia, algo que después se formalizaría en el famoso Congreso de Verona. Así, los señores feudales se convertían en los oligarcas actuales en sociedad con los gobiernos y, por supuesto, con la iglesia. Y aquel capitalismo que representaban los miles de pequeños propietarios, comerciantes, pequeños hombres de negocios que habían emigrado a las colonias que le dieran vida a EU, sería violado y crucificado. Y, para sellar el trato con la iglesia, surgia la magia Rothschild quienes, financiando la guerra contra Napoleón y destruyendo la peseta española, se habían ganado la gracia de la Monarquía Británica.
En 1832, el
Vaticano recibió de la Banca Rothschild un préstamo de casi 50 millones de
libras esterlinas. Luego, en el pontificado de Pío IX, desde 1840 a 1878, se recibió
un segundo préstamo para salir adelante en 1850 tras el colapso de la breve República
Romana de Giuseppe Mazzini y la consiguiente restauración de los Estados
Pontificios. El cardenal Bartolomeo Cappellari fue elegido Pontífice con el
nombre de Gregorio XVI. Los Rothschild le parecieron buena gente,
pues habían apuntalado a los Borbones en el Reino de las Dos Sicilias, que
limitaba con los Estados Pontificios, ayudando a financiar su represión de dos
intentos de revoluciones.
James Mayer
de Rothschild en 1832 otorgaría otro préstamo a la Santa Sede por £ 700,000.
Es decir, James Mayer de Rothschild, jefe de la banca Rothschild de
Francia, se convirtió en el banquero oficial del Papa. Su hermano,
Carl Mayer von Rothschild, el responsable de la sede en Nápoles, se habia reunido
con el papa Gregorio XVI en enero de 1832 para recibir la cinta y la estrella
de la Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge. Dada su condición de
judío, se le permitió que no hiciera la reverencia al Papa y tan sólo le besara
su anillo. Para muchos fue un escándalo reprobable.
También fue
muy criticado por el mismo sector católico otro préstamo que se produjo durante
el pontificado del Papa Pío IX (“Pio Nono”) a principios de la década de 1850.
El poeta romántico francés Alfred de Vigny describía el evento con una frase
que retumbaría por el mundo: “un judío reina sobre el Papa y el cristianismo
paga a monarcas y compra naciones”.
Los
Rothschild, ya fuertes en toda Europa, habían establecido un puerto en EU
cuando, casi al final de la guerra de independencia, Washington no tenía dinero
para continuar la lucha y estaban a punto de perderla. La magia de los
Rothschild le resolvían el problema con un préstamo. Además, conseguían que los
revolucionarios aceptaran la ayuda de Francia y la presencia en EU del Gral Lafayette,
pariente cercano de los Dumont ya asentados en EU donde hicieran una gran
fortuna, un conocido masón y amigo cercano del fundador del Illuminati Adam
Weishaupt que asesorara a Robespierre al inicio de la revolucion francesa.
Era un
hecho que la iglesia se habia entregado a los Rothschild. Y en una ocasión que
trataron de tomar otro rumbo por gestión del nuevo Tesorero del Vaticano,
Cardenal Tosti. Aparecía Carl Rothschild en Roma presentando copia de un
contrato original firmado por Rothschild y el Cardenal Torlonia del Banco del
Vaticano (antes de que Tosti hubiera tomado control de las finanzas papales)
que contenía una condición que se ha mantenido secreta hasta ahora. Pero
era claro la Santa Sede no podía acercarse a ninguna otra empresa para pedir un
nuevo préstamo sin consentimiento de los Rothschild.
Durante el resto del siglo 19 y todo el siglo 20, la iglesia mantenía esa cercana relación con los Rothschild, los grandes inspiradores del Nuevo Orden Mundial. Ya con su Fondo de la Reserva Federal y dueños del Banco de Inglaterra, le tendían fuertes cadenas a EU. Sin embargo, sería la aparición del Papa Francisco el conducto para una entrega total. Una nueva alianza en una empresa conjunta que llaman "Consejo para el Capitalismo Inclusivo con el Vaticano". El atentado más cínico en sociedad con el grupo criminal ejecutores de los fraudes más descarados promovidos por el gurú payaso del Foro Económico Mundial de Davos, protegido de Henry Kissinger, Klaus Schwab, el centro del Gran Restablecimiento (de la esclavitud) en todo el Mundo.
Y para disipar todas las dudas, la fundadora es una dama que lleva el nombre de Lady Lynn Forester de Rothschild. Ella es la esposa de Sir Evelyn de Rothschild, un trillonario miembro de la familia que dirige NM Rothschild Bank en Londres. Lady Lynn es mucho interesante que su famoso marido. Pareciera tener también otras aficiones. Pues en la lista de quienes viajaron en el jet privado del traficante sexual pedófilo convicto y agente del Mossad, Jeffrey Epstein, aparece un nombre "de Rothschild, Lynn Forester".
Curiosamente, la misma Lynn Forester, en 1991, antes de tomar a Sir Evelyn como su esposo, permitió generosamente que una amiga británica hiciera uso completo de uno de los apartamentos de Lynn en Manhattan. Su amiga británica convalecía tras el aparente asesinato de su padre, el magnate de los medios de comunicación británico y agente del Mossad, Robert Maxwell. Ella ahora será quien haga florecer esa sociedad “capitalista” con el Vaticano, repartiendo a nivel global de forma espiritual esa anestesia hegeliana para apendejar al mundo más allá de su grave situación actual. ¡Que Dios nos agarre confesados!
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