EL NUEVO EJERCITO TRUMPIANO

  Ricardo Valenzuela

 Andrew Jackson: The People's President and the Rise of Populism |  TheCollector

¿Qué fue lo que vio Trump para ir por la presidencia dejando sus negocios y haber recibido tantos ataques a sus negocios, su familia, sus amigos? Muy pocos hombres que se han atrevido a incursionar en la política han tenido que sufrir las agresiones como las que sufrió Trump, inmerecidamente, porque la mayoría fueron granes mentiras fabricadas por las prostitutas de la media.

 Creo que lo primero que vio es algo que uno de sus héroes, el presidente Andrew Jackson, con su estilo muy parecido al de Trump, siempre criticaba a quienes querían hacer de la política su única actividad de por vida, es decir, pretendían ser políticos profesionales sin tan siquiera fijar su vista en cualquier otra actividad y ahí permanecían eternamente. Sus criticas eran muy agresivas, certeras y las ubicaba en varias partes de la esfera política. Su primera queja era que, siendo una actividad que no tiene herramientas con buena puntería para medir los desempeños de los participantes, no había manera de realmente calificar esos desempeños lo que promovía cierta apatía. Definía a los burócratas como atornillados a sus sillas y al pasar el tiempo se convertían en holgazanes, irresponsables e ineptos.

 En la vida pública no había elementos que si existían en los negocios en donde las actividades son muy medibles. Un jefe de algún departamento en negocios privados tenía ciertas metas que cumplir, un presupuesto que manejar, gente que debía motivar. Debía también trabajar sobre un plan que el mismo tenía que elaborar con metas muy claras y de su cumplimiento, dependía su futuro en una organización que perseguía producir ganancias para sobrevivir. Debería tener la responsabilidad de manejar un equipo que se involucrara al esfuerzo para lograr las metas establecidas. Se debía convertir en un líder motivador de su grupo aplicando técnicas de coordinación y calificación de resultados del trabajo de todos. Y debería de mantener una supervisión cercana para ir evaluando los avances y, si era necesario, ante resultados no aceptables, aplicar las medidas correctivas. Es decir, se desarrollaría en ambiente competitivo.

 En la política, afirmaba, no existía esa competencia que debe de provocar la gente exhiba habilidades que no sabía era poseedor. Eso, había provocado que los partidos políticos se oxidaran y pasaran a confundirse todos persiguiendo el mismo objetivo, mantener el poder en un escenario que siempre presentaba la misma obra con los mismos actores. Un país operando a medias tintas para mantener una sociedad programada para aceptar esa mediocridad. La clase política no tenía interés en que se desarrollara una sociedad civil independiente, robusta, que no aceptara sin cuestionar, analizar y protestar si no está de acuerdo. Porque una sociedad civil estructurada de esa forma sería una amenaza para la sobrevivencia de ese sistema político que mantiene gentes en el congreso durante 40 años. Trump identifica eso como el cáncer del pais.

 Y, más grave, los actores políticos no son independientes, son peones de un ajedrez de ramificaciones mundiales. Son parte de un poderoso ejército que ha estado en guerra con EU desde su nacimiento. Un grupo que luchó ferozmente para que la independencia de EU no se consumara, no por intereses económicos, sino por intereses políticos. En 1776 sucedían dos acontecimientos que cimbraran al mundo. Adam Smith publicaba “La Riqueza de las Naciones” y en EU se publicaba la declaración de independencia. Luego la revolución francesa enviaría al rey a la guillotina. Esos eventos deberían de haber motivado a la gente de agallas para, como decía mi coach de boxeo, dar la onza extra, sacar toda esa grandeza que mora en todos nosotros. Pero, esa inercia que surge en los burócratas profesionales, los ha convertido en muebles de viejos establecimientos y, si algún día tuvieron ese espíritu de lucha y se alejaron de lo que Ralph Waldo Emerson describía afirmando; “el mundo pertenece a los que tienen energía y entusiasmo. Porque la verdadera diferencia entre los hombres es la energía que los lleva al entusiasmo. Una gran fuerza de voluntad, un claro propósito, una invencible determinación, pueden lograr cualquier cosa, y esto es el secreto que distingue al gran hombre de ese hombrecillo pequeño.

 Lo que también vio Trump fue un pais explotado por fuerzas externas en sociedad con sus políticos que han alcanzado una corrupción nunca vista, desde las elites globales, China, todas las organizaciones internacionales (ONU, OTAN, UE, tratados comerciales explotadores) Un pais con casi 1,000 bases militares por todo el mundo, innecesarias que le cuestan muchos billones de dólares. Un pais en donde permiten la entrada a perros rabiosos que de inmediato le empiezan a ladrar o, mejor, terminan en el congreso para tener mayor audiencia desde donde invitan a destruir el pais. Pero no solo encontró grandes amenazas contra EU, encontró también un mundo en el que nadie sabe quién tiene las palancas de control. Los aparatos gubernamentales ahora están en manos de compañías privadas y bancos que, entre otras cosas, operan las cuentas de esos aparatos, los sistemas, finanzas de sus espantosas deudas. Y eso dista mucho de ser gobiernos soberanos ni de lideres americanos independientes. 

 La revolución francesa sería un fracaso, pero no la americana y se convertía en la verdadera amenaza para la monarquía. Desde el nacimiento de la república americana, las fuerzas monárquicas europeas iniciaban su lucha para hacerla fracasar. El primer agente que tendrían en el nuevo país fue Alexander Hamilton, un desconocido judío nacido en una isla del caribe y misteriosamente aparecía en EU. Luego, impulsado por fuerzas igualmente misteriosas, surgía en la política de los grandes corredores. De inmediato se iniciaba la confrontación con Jefferson quien representaba la república, y Hamilton abanderado de la monarquía y esa confrontación todavía perdura. 

 Inglaterra, en pánico de que EU contagiara al mundo provocando la desaparición de las monarquías, en 1810 trataría de reconquistar su antigua colonia por su enfermizo propósito de dar muerte en su cuna al recién nacido. Fracasarían y la lucha se llevaba a otros campos, al espionaje, saboteo, infiltración, ataques comerciales, diplomáticos y financieros. Los Rothschild llegaban a Londres contratados por la corona como sus mercenarios financieros, y llegaban con buenas credenciales al haber destruido la moneda de España, el gran enemigo de Inglaterra durante muchos años. Ese enfermizo deseo para destruir a EU se había formalizado al inicio del siglo 19 en el famoso concilio en donde se comprometieran todas las monarquías de Europa a destruir EU.

 El primer ataque sería el esfuerzo de Hamilton para lograr un permiso y establecer un banco central, lo conseguía y el banco iniciaba operaciones tendiendo sus primeras ramas por el pais. Pero, al llegar Jackson a la presidencia lo cancelaba afirmando que no podía permitir que, un banco con esas atribuciones fuera controlado por extranjeros. En esos alegatos habría un intento de asesinar al presidente. Pero los Rothschild llegaban a Nueva York para establecer su banco, un caballo de Troya penetrando el territorio enemigo e iniciar su “agresión pacífica”. Y, con soporte de los poderosos judíos que habían hecho sus fortunas en el nuevo país, navegaba en calma hacia el objetivo ya muy claro de conquistar y adueñarse de los EU. 

 Las monarquías continuaban adueñadas de Europa en un estado de nepotismo que, al inicio de la primera guerra mundial, los líderes de los tres principales países en la confrontación eran nietos de la reina Victoria y primos hermanos. 

La guerra silenciosa contra los EU continuó hasta llegar a nuestros días y ha sido muy exitosa. De los últimos 10 presidentes solo dos no han sido cortesía de ellos; Ronald Reagan y Donald Trump. Esto les ha permitido participar en todas las decisiones importantes puesto que, con el establecimiento de su cuartel en América en sociedad con los Rockefeller, Council of Foreing Relations, durante años han estado reclutando locales para tener la estructura interna requerida y avanzar su propósito; poner de rodillas a EU y conquistarlo sin necesidad de las armas. 

 Durante las dos últimas cuatro décadas, su penetración de los EU alcanzaba niveles convenientes para su diabólico propósito; elevar a China a la grandeza haciéndolo un país rico, permitiendo que succionara la riqueza de EU. Debilitar a EU al mismo tiempo que fortalecían a China para que EU dejara de ser el país más rico y poderoso del mundo, y coronar a China. Esto lo están logrado con tres estrategias; abriendo sin restricciones los mercados mundiales a China; transfiriéndole la industria americana; poniendo a su disposición los mercados financieros internacionales. Sin importar la desindustrialización de EU, la pérdida de millones de empleos y se aniquilara un segmento de la sociedad que, en gran parte había sido responsable por su grandeza.

 Pero, lo más triste, en el esfuerzo para destruir EU han participado sus muchos de sus hijos que lo han llegado a odiar. No les importó traicionar los ideales de su fundación para mantener su poder, otros para lucrar de esa destrucción como Biden y su familia con tantos negocios turbios. Los dos partidos le habían fallado a los americanos porque ya no representaban nada más que su enfermiza ambición. Despreciaban a ese hombre olvidado y lo abusaban porque no tiene el poder para defenderse. Ese agricultor que perdió su tierra, ese padre de familia que perdió su trabajo en la planta que enviaron a China, ese propietario de una pequeña tienda que tuvo que cerrar porque ya no había clientes.

 Y, ante este silencio, ante la pecaminosa entrega del futuro de los americanos por mandato de esa logias infernales. Solamente un hombre se puso de pie para gritar ¡basta! Un hombre que no es político, pero ama a su país, es billonario, pero que no es parte de esas elites costeras de nuevos billonarios que, en su enanismo moral, se sienten culpables por su riqueza y, para purgar sus culpas odiando a su país, se suman a su destrucción. Él no es republicano ni demócrata, tiene ideología propia, única, diferente, de justicia, de moralidad. Un hombre que no fue engañado por los oropeles que blandieron los traidores. Él nos abrió los ojos al engaño perpetrado, a la forma en que China saqueo a EU, de la forma que la ONU y sus acólitos lo han estado extorsionando. 

 Nos abrió los ojos ante la amenaza del marxismo para ver cómo, en lugar de ayudar a nuestra gente, entregan millones para causas musulmanas. Para ver que, en lugar de dar avenida legal a gente decente con problemas migratorios, se abran las puertas a terroristas musulmanes que ahora son parte de su liderazgo político, y desde ahí dirigen sus ataques. Ese sería uno de los legados más importantes de Obama. 

 Trump no tiene partido, su ideología, su estilo, la forma de hacer las cosas, no caben en el corrupto molde de los partidos actuales que con sus extraños ropajes se confunden. Es simplemente Trump, mercados libres, pero morales sin los abusos que siempre son provocados por el gobierno, igual con el comercio internacional. Una gran afiliación con ese hombre olvidado sin influencia en los pasillos del poder, que trabaja duro respetando las reglas. Él está reviviendo el credo de Jackson, detener el paso del poder a “expertos” responsables de nada y regresarlo a la gente.  

 En esta era de gobiernos hinchados, estado desenfrenado, políticos vendidos a las elites globalistas e inmovibles en sus posiciones, burocracia y elites corruptas, ciudadanos antiamericanos destructores, declive escandaloso de moral. Él trabajó, mientras lo dejaran para su país, para su gente, no para la ONU, la Unión Europea, ni para China, los ingresos de esos trabajos, su incremento en capacidad de compra, impuestos que pagarían serian un acelerador de la economía. Pienso que lo que ha dibujado Trump se puede convertir en una nueva alternativa política. No es izquierda ni derecha, es Trump. 

 

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