Ricardo Valenzuela
La revolucion mexicana fue iniciada por los rancheros del norte de México con su contenido libertario. Sin embargo, desde su inicio, la embajada americana inició también sus presiones para que tomara una fisonomía socialista. El embajador Lane Wilson fue el ejecutor de las políticas que los globalistas querían para México puesto que no permitirían emergiera como un pais desarrollado y próspero. Participaría en el asesinato de Madero, la expulsión de su asesino, Huerta, la caída de Carranza, todos por no obedecer las órdenes que emanaban desde Washington. Fue el inicio de la domesticación de toda América Latina con esquemas oligárquicos y la gente ignorante. Fueron muy exitosos y los resultados están a la vista. El PIB de toda América Latina no llega al 15% de los EU y siempre lo han querido de esa manera.
En EU la anécdota de William Penn de cómo reaccionaba ante las agresiones de las autoridades coloniales dibujaba muy claro esa sociedad cuando afirmaba: “Este hombre en su humilde casa podrá sufrir la invasión del helado viento por sus ventanas rotas, la de la lluvia pues el techo tiene agujeros, la del frio por las rajaduras de sus puertas, por todos los elementos de la naturaleza. Pero, el que jamás podrá invadirla es el rey de Inglaterra porque este es el santuario de mi familia, de mi libertad, de mi futuro que yo defenderé hasta la última gota de mi sangre”. Ese ha sido el espíritu de rebeldía y dignidad que los globalistas están aniquilando. Como a los toros de lidia que, antes que el matador los enfrente, los desangran para restarles fuerza, energía y dejarlo listo para el abuso que debe sufrir y finalmente su muerte en un enfrentamiento tan cobarde. Ese toro, para los globalistas es el hombre libre, informado, siempre dispuesto a luchar contra los opresores.
La receta fue tan exitosa que ahora se repite en EU en donde, desde la presidencia de Wilson, empleado de los globalistas, han estado ejecutando su plan de castración de la sociedad del país. Ellos quieren una sociedad que odie a su pais, su historia, sus padres fundadores, a sus iglesias. Una sociedad sin poder, dependiente de las migajas que le tiran, una sociedad ignorante, resentida. Una sociedad que les ha permitido los fraudes, las traiciones y robos de Biden a través de su hijo, los robos de los Clinton, las violaciones de la Constitución durante los ocho años de Obama. Una sociedad que ha permitido sus hijos vayan a esos campos de batalla y pierdan sus vidas para enriquecer a las elites.
A los globalistas la gente no les interesa como votantes pues hace mucho que las elecciones no son decididas por votos, las deciden ellos en sus cónclaves. De los últimos 12 presidentes de los EU solamente dos no han sido miembros del Council of Foreing Relations, creatura de los Rockefeller donde los preparan para ser presidentes. A ellos les interesa la gente como esos trabajadores frustrados y semi esclavos que si producen valor, algo que no tienen sus dólares ni sus bonos del FED y mucho menos las ganancias artificiales de Wall Street. Los necesitan para seguir explotándolos y el monto de los impuestos que pagan, vaya directo a Londres para liquidar los intereses que EU le debe al FED. También, para en caso de una emergencia, ellos son los únicos que pueden garantizar lo que ellos no podrían.
En una de estas paradojas de la historia, el jefe maximo de la revolucion mexicana quien controlara la nación durante casi veinte años, Plutarco Elias Calles, era expulsado del pais por el presidente marxista en turno que él mismo había elegido, Lázaro Cárdenas. En una entrevista de Calles ya en Texas declaraba: “Nosotros repudiamos el comunismo porque sabemos es inadaptable a nuestro pais, porque el pueblo mexicano lo rechaza”. Era evidente que no era el hombre que Roosevelt necesitaba en México. Roosevelt había seleccionado a Cárdenas pues quería un México socialista. Y la gente ignorante y analfabeta nunca tuvieron idea de cómo en esa era se fraguaba su futuro y tal vez el de toda América Latina con sus sociedades dormidas.
El gran Hayek escribía lo siguiente del gran libro publicado por su maestro Von Mises, Socialismo. “Cuando el libro aparecía en 1922, causaría un profundo impacto. Gradual y fundamentalmente alteraría la visión de muchos jóvenes idealistas regresando a las universidades después de la Primera Guerra Mundial. Lo sé porque yo era uno de ellos. Sentimos que la civilización en la que vivíamos había colapsado. Estábamos decididos a construir un nuevo mundo mejor y ese deseo a muchos nos llevaría a estudiar economía. El socialismo prometía cumplir nuestras esperanzas en un mundo más racional y justo. Y, entonces, al aparecer este libro nuestras esperanzas se estrellaban. El libro nos decía habíamos estado buscando mejorar el mundo en la dirección equivocada”.
Muchos años antes, Joseph Schumpeter se había visto obligado a describir a los EU los enemigos de la libertad, un confuso cumplido supremo pero no intencionado, pero después, ante la realidad, consideró prudente apropiarse de este nivel de su pronunciamiento. Los años han confirmado la puntería de ese comentario e igualmente se confirmaba la última parte de ese texto original que incluía una palabra describiendo la capacidad para destruir que iniciaba EU. Al principio a Hayek le pareció una afirmación pesimista. Pero, al leerla de nuevo confesaba lo invadía, en lugar de aquel pesimismo original, una gran admiración por esa profética visión. Porque el libro Socialismo, y la afirmación de Schumpeter, en estos momentos cobran una impresionante autoridad que tal vez en aquellos años no tuviera y se pudiera entender, pues es lo que atestiguamos hoy día, destrucción.
En estos momentos nada es más impopular que la economía de mercado (capitalismo). De todos los sufrimientos globales en estos momentos se culpa al capitalismo. Los ateos lo acusan por la sobrevivencia del cristianismo. Pero las encíclicas papales culpan al capitalismo por el surgimiento de lo irreligioso y todos los pecados de nuestra generacion, y son pocos a quienes no les toca algo en el reparto de culpas de esta fiesta del capitalismo abusivo. Los profesionales del sermón lo acusan de la destrucción de la familia y la inmoralidad. Pero los progresistas lo culpan por la preservación de las obsoletas reglas represoras de la sexualidad. La mayoría de los hombres coinciden en afirmar que la pobreza es causa del capitalismo. Y, por otro lado, muchos deploran el hecho que el capitalismo es una forma de servir pomposamente las demandas de cierta gente que quieren un nivel de vida superior y, de esa forma, promueven el cruel materialismo. Grandes contradicciones pero no evitan el que solo unas cuantas gentes no condenen el capitalismo.
Es que, supuestamente el capitalismo es el sistema de la moderna civilización occidental, pero, las políticas de las naciones occidentales están claramente guiadas por las más agresivas ideas anti capitalistas. Desde hace mucho tiempo las políticas intervencionistas que se establecieron, no fueron para preservar el capitalismo, fueron para sustituirlo por la economía mixta asegurando tal sistema no era capitalismo ni socialismo (la fatal tercer vía ) reteniendo, según ellos, las ventajas de ambos y evadiendo sus desventajas. Pero, si nos asomamos un poco a la historia, sabríamos que hace casi un siglo, aquel popular líder británico, Sidney Webb, declaraba que la filosofía socialista era una consciente y explicita aserción de los principios de organización social que moraban en el subconsciente social. Cerraba afirmando que la historia económica del siglo 19 fue un continuo proceso hacia el socialismo. Y, también, en esos momentos se hablaba del socialismo monárquico.
Pero, en todos estos años hemos ignorado que esas ideas interventoras solo han provocado caos y desastre. Porque los que blandieran esa bandera no eran ni son economistas racionales, eran hombres guiados por envidia y resentimiento contra quienes lograban ingresos superiores a los suyos. Para ellos, lo más importante no era mejorar las condiciones de las masas, sino castigar a los emprendedores capitalistas aun cuando victimizaban a la mayoría de la gente. Ellos nunca han entendido y siempre han odiado el concepto de ganancias. Porque hablan de ganancias sin incluir el corolario de las pérdidas. Nunca han entendido que pérdidas y ganancias son los instrumentos con los cuales los consumidores mantienen una rienda firme en las actividades emprendedoras. Son esas pérdidas y ganancias que hacen supremo al consumidor en los negocios. Es absurdo enfrentar y contraponer la producción para el beneficio y la producción para el uso.
No comments:
Post a Comment