Durante toda la historia de la humanidad hemos atestiguado un enfrentamiento permanente entre el poder y la libertad. Hemos visto sociedades que transitaban por diferentes etapas de su evolución, para luego surgir sus diferentes formas de organización social hasta llegar a establecer sus gobiernos. En la etapa de los primeros asentamientos humanos, nacía también una rudimentaria división del trabajo e intercambio de los diferentes frutos de su novedosa organización económica y social. Con el desarrollo de esta segunda etapa de la humanidad, se iniciaría también el desarrollo de lo que sería el grito siempre presente; las diferencias sociales.
En esta etapa nacía también la primitiva forma de acumulación de activos como las diferentes herramientas de trabajo, su propia producción en exceso de lo que requería su familia, algunos animales que se domesticaban, piezas de ropa que confeccionaban las mujeres. Era natural que algunos produjeran y acumularan más que otros y, ello, sería la primera señal de lo que con el tiempo le daría vida a las diferentes clases sociales. Además, con el novedoso concepto de producción se identificaba el intercambio como el naciente comercio, fórmula que les mostraba era algo que mejoraría sus condiciones de vida. La humanidad durante muchos siglos tuvo que sufrir de una gran pobreza que solo abandonarían hasta llegar la revolución industrial.