Países como México no requieren de constructores, requieren demoledores de esas estructuras a través de las cuales el gobierno siempre escoge ganadores y perdedores.
Creo que para nadie es un secreto, mi admiración por el intelecto de Juan Francisco González Iñigo, Kiko para sus amigos y para los más íntimos, El Cabezón. Sin embargo, después de la tremenda regañada que me dedica en su LUPA 72, no me queda mas que defenderme peleando al counter, técnica que utilizaba con maestría el gran Mantequilla Nápoles, recibiendo en lugar de agredir.
Inicia la pela señalando mi estilo de escritura apabullador, apasionado, palabras atropelladas, sin reposo y difícil de entender. Le quiero recordar a Kiko, que no soy escritor ni periodista, soy solo un vaquero con opiniones y las aviento igual que amansaba las mulas sierreñas: Apabullándolas, atropellándolas, rayándoles las espuelas en las paletas, y si así no se atrincaban, seguían los reatazos desde las corvas hasta el incuentro, pa doblarlas jaladas con una jáquima de cola de toruno, torcida con tarabilla.