Ricardo Valenzuela
A cierto punto de una vida dedicada a la banca, los negocios y las ideas, en un mundo tan hostil a las bases originales que, durante los últimos dos siglos habían garantizado el desarrollo libre de las economías que ya regían el mundo. Pero, habia algo que no podía entender cuándo, ante tan claras evidencias de sus orígenes, estuviera surgiendo una feroz fuerza que iniciaba la destrucción de los principales exponentes de esos admirables éxitos. Fue cuando iniciaría la búsqueda de lo que estaba potenciando esa destrucción con la autopsia de objetivos como política, historia, filosofía y, al llegar a las religiones, encontré cosas impresionantes.
Como católico clásico, no tan practicante, encontraba en mi religión puntos sumamente preocupantes, pero seguía adelante con la terquedad de hallar algo para su defensa. Creo que con esa ansiedad y, con mi estilo compulsivo, al asomarme brevemente a las vida de Jesus de Nazaret, cometí la ofensa mas grave contra los talibanes de la religión al haberlo identificado como libertario. Ello me provocaría el convertirme en hereje, apóstata, alguien para eliminar. Y, a punto de abandonar esa justa, sucedió algo interesante.