Ricardo Valenzuela
Leo mis notas de este particular encuentro con Don Eugenio, y realmente me dan ganas de llorar.
Tenía ya varias semanas cabalgando con don Eugenio su jaguar negro en el que arribábamos puntualmente al Tec, y cada vez me impresionaba más la gran sabiduría de este hombre fuera de serie. Con gran soltura hablaba de economía, política, filosofía, pero tal vez lo más interesante eran sus narraciones históricas. En las últimas cabalgadas hablábamos de la forma en que México se hundiera en eso que los políticos llamaban; economía mixta, la peor de las recetas como el mismo la describía, presagiando un negro futuro.
En esas semanas mi visión del mundo cambiaba radicalmente escuchando las palabras de un hombre al que ya admiraba profundamente. Don Eugenio me dibujaba una panorámica muy clara del México de esa época y, sobre todo, qué se podía esperar a futuro si los verdaderos agentes del cambio, agentes como él, no aparecían en el escenario del país y, sobre todo, actuaban decisivamente con valor y responsabilidad. Ya el me había hablado del estatismo mexicano y del añorado liberalismo que cimentara a países como EU, Inglaterra, Holanda etc.