Ricardo Valenzuela
A finales
de los años 80, en toda America Latina se iniciaba un movimiento diferente a
los que habíamos atestiguado desde que todos sus paises lograban sus
independencias de España durante el siglo 19. El movimiento sorprendía puesto
que, en medio del subdesarrollo de los paises, daba la impresión de ser un
rompimiento total con todas esas políticas que los habían condenado a esa
lacerante mediocridad. Toda una región que habia vivido casi dos siglos observando
a sus vecinos del norte que, con sus increíbles desarrollos, pareciera ser un
reclamo y ejemplo de lo que creean buenos gobiernos.
Este movimiento habia sido provocado por una ola de debutantes de una nueva generacion. Políticos que ya no hablaban del pasado glorioso porque no existía. Hablan de un futuro, pero totalmente diferente, con la promesa de rescatar los paises de su eterna mediocridad mediante cambios probados y comprobados. Un Salinas en Mexico, Menem en Argentina, las nuevas versiones de Carlos Andrés Perez en Venezuela, Alan Garcia en Perú. Tal vez inspirados por el milagro que habían provocado los Chicago Boys en Chile que lo habían llevado hacia la prosperidad para ser el único país desarrollado de la región.