ASÍ LO HIZO CHILE Y AHORA LO DESTRUYEN

Ricardo Valenzuela 

CHICAGO BOYS Trailer

Ahora la gran pregunta ¿Por qué las guerras de independencia en toda la América Latina no apuntaron al objetivo del liberalismo? Y todavía una más importante ¿Se podrá algún día rectificar ese error histórico que durante ya dos siglos nos ha mantenido en la miseria y la pobreza? Y la última también de una gran trascendencia ¿Si continuamos por el mismo camino que nos ha condenado al subdesarrollo y mediocridad, que podría suceder? Pero esta es la más fácil de responder. Como en una ocasión mencionara Milton Friedman: “No, no vamos a desaparecer, solo seguiremos navegando en la mediocridad que hemos vivido desde nuestras independencias”. 

 

Participar en las reuniones de la Álamos Alliance no es sólo un privilegio, es también de esas grandes oportunidades de compartir ideas económico-políticas con mentes privilegiadas que, a través de los años, con sus acciones han dejado profunda huella en diferentes regiones del mundo. Mentes como la de Alito, padre de los Chicago boys, Nicolás Ardito, ex presidente de Panamá, Vittorio Corbo, ex presidente del banco central de Chile, Manuel Hinds, ex ministro de finanzas de El Salvador, Paco Gil Diaz, Pedro Aspe ambos ex secretarios de hacienda en México, Agustín Carstens en Hacienda y el Banco de México, Rolf Luders ex secretario de Hacienda de Chile y el narrar sus participaciones podría ser una interesante incursión al valle de la sabiduría. 

 

Sin embargo, el iniciar comentando mi participación en ese extraordinario evento, tuvo una especial recepción que, dejando de lado la sabiduría de los citados participantes, he decidido continuar revisando la historia de un grupo especial de jóvenes economistas que, en contra de todos los momios y la opinión mundial controlada y manipulada, llevaron a cabo la transformación de Chile en lo que algunos analistas consideran un milagro. Pero los milagros económicos no son tales. Son sólo el resultado del trabajo, el ahorro y la formación de capital realizados en el marco de una política económica coherente, que de esa forma lo promueva y lo aliente. Es decir, son el resultado de hacer bien las cosas usando la razón y la experiencia de la historia. 

 

Después de que la primera horneada de chilenos graduados en la Universidad de Chicago regresaran a su país, se refugiaban en la Pontificia Universidad Católica para transformar la enseñanza de esa casa de estudios. Una de sus novedades fue estructurar cursos de economía para empresarios lo cual provocaría, primero, abrir los ojos a ese grupo de escasa, o tal vez errónea, formación económica. Segundo, una relación especial entre empresarios y los Chicago Boys, la cual rendiría dulces frutos en el trayecto que tendrían recorrer. Sin embargo, Chile, como toda América Latina, continuaba navegando ese mar de la mediocridad cortesía el mercantilismo, proteccionismo, inflación-devaluación, economía mixta cortesía de la CEPAL y malos gobernantes. 

 

En 1969 Chile se preparaba para una elección presidencial. Fue cuando un grupo de empresarios acudió a los jóvenes economistas solicitando elaboraran un programa económico-social para presentarlo a uno de los candidatos, Jorge Alessandri. Cuenta uno los Chicago Boys, Sergio de Castro, que cuando Alessandri terminara la lectura del documento, realmente histérico gritaba; "sáquenme de aquí a esta bola de locos." Un rotundo rechazo que estuvo a punto de provocar el desánimo y abandono de esa idealista idea de encontrar el verdadero camino para que el pais abandonara ese limbo de su mediocridad en ruta hacia su destrucción. Chile estaba ya invadido de cubanos, de alemanes llegando de la Alemania Oriental y ya construían su edificio de operaciones. 

 

El programa que provocara la histeria de Alessandri era sencillo y en suma consistía en la apertura de la economía, eliminación de prácticas monopólicas, liberación del sistema de precios, modificación del sistema tributario por uno más justo, eficiente y equitativo, estado de derecho, formación del mercado de capitales, normalización de la actividad agrícola destrozada por la Reforma Agraria, protección de los derechos de propiedad. Pero, también requeriría algo muy importante, un líder que tomara esa bandera y sin titubear iniciara el programa consciente que al inicio seria doloroso y, sobre todo, provocaría un rechazo de la gente al sufrir esa operación sin anestesia. Y es lo que sucedería llevando a cabo un programa de liberación antes que los de Reagan y Thatcher.  

 

El 4 de Septiembre de 1970 era elegido presidente Salvador Allende, el primer presidente marxista elegido en la historia de Chile. Allende de inmediato, a través de su programa, Vía Chilena al socialismo, inició una ola de draconianos impuestos, expropiaciones, nacionalizaciones de las actividades claves de la economía. Los gastos del gobierno se incrementaron 50%. Se expropiaron las propiedades agrícolas superiores a 8 hectáreas. La inflación se disparaba a un 375%. Se estableció el control de precios resultando en escases, se llevó a cabo una política monetaria suicida desembocando en una hiperinflación que hizo imposible el funcionamiento normal de la economía y el país hervía en medio de la desesperación. 

 

Chile descendía al mundo de las tinieblas. 

 

En septiembre de 1973, ante el clamor popular, una junta militar derrocó al presidente provocando una indignación a nivel mundial ante la destrucción de la “democracia chilena”. El Gral. Pinochet y sus métodos de gobierno provocaron un rechazo entre socialistas como Echeverría en México, Fidel Castro en Cuba, pero, como afirma Amnistía Internacional, Pinochet respondió sangre con sangre cuando él sufriría 15 atentados contra su vida. Sin embargo, desde el principio la transformación económica implementada en Chile adquirió un enorme prestigio y aceptación ante las instituciones financieras internacionales no burocráticas y el mundo entero observaba entre sorpresa y preocupación. 

 

A inicios de 1973, el grupo de Chicago Boys despreciado por Alessandri decidía trabajar de nuevo en el plan de desarrollo económico con la esperanza de que, "alguien" le prestara atención para rescatar el país del caos marxista. Se planteó la necesidad de reeditar los análisis de 1969. El grupo crecía y los resultados se hacían llegar a parlamentarios de la oposición. El proyecto final se le llegó a conocer como "El Ladrillo". En el inter, uno de los miembros del grupo establecía contacto con los altos mandos de la Armada Nacional. Fue de esa forma que el documento llegara a la junta de gobierno militar y lo contemplara como posible solución a la grave problemática. 

 

El documento demostraba que las ideas tienen fuerza. Que estas ideas deberían debatirse y convencer al más alto nivel; que la fuerza de estas ideas era en gran medida era la fuerza que luego impulsara el desarrollo del país; que ese desarrollo era una tarea de todos, y que el compromiso genuino de estos ideales libertarios era lo único que permitiría pasar el umbral de la ilusión a la realidad concretada. Muchos se extrañan de cómo fue posible que el gobierno de las fuerzas armadas aplicara un programa libertario tan ajeno a los conceptos de centralización antidemocrático con lo que todos los ejércitos operan. Ello se debió a la visión y el pragmatismo de que hicieron gala los comandantes de cada una de las instituciones armadas. Pensaban con lógica y veían la realidad. 

 

El caos sembrado por el gobierno marxista de Allende, que aceleró los programas socializantes graduales que se fueron introduciendo en Chile interrumpidamente desde la década de los 30, hizo fácil la tarea para convencerlos que los modelos socialistas siempre conducen al fracaso y pobreza. El modelo de una economía de mercado propuesto tenía coherencia lógica y ofrecía una posibilidad real para abandonar y rescatar el país de ese infierno. Los militares lo entendieron. Me afirmaba mi buen amigo Rolf Luders, ex ministro de hacienda y uno de los Chicago Boys, que el mismo Pinochet afirmara: “Ya hemos tratado todo y nada ha funcionado, no perderíamos nada ahora tratando con este”. 

 

Finalmente, la junta Militar aprobaba la implementación del plan y se iniciaba el rescate de Chile. 

 

Chile se había convertido en el primer experimento y el ejemplo más famoso de aplicación de las reglas de economía ortodoxa en un país subdesarrollado. Un laboratorio en el cual se probarían las teorías liberales en una nación del tercer mundo, algo nunca intentado. Se había convertido también en el ejemplo del estrepitoso fracaso del socialismo latinoamericano. El comercio internacional fue liberalizado, los precios fueron dejados a las leyes de oferta y demanda, las empresas estatales fueron privatizadas, el sector financiero desregulado, las emisiones de dinero controladas, se rescató el sagrado principio de respeto a la propiedad y las funciones del estado fueron drásticamente reducidas. 

 

Chile, cortesía de los Chicago Boys y Alito, después de sus sufrimientos de una horripilante cruda económica, en unos cuantos años se había convertido en un país en el cual se había edificado un verdadero capitalismo democrático, un capitalismo incluyente, un nuevo capitalismo para todos, no el desvirtuado de las elites. Chile se había convertido en un oasis de prosperidad en un continente latinoamericano que se ha distinguido, y, sigue distinguiéndose, por los fracasos económicos. 


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