En estos momentos de gran preocupación
mundial, pienso que para realmente entender lo que sucede en la geopolítica del
mundo, nos debemos remontar a uno de los eventos menos conocidos de los últimos
días de la segunda guerra mundial, el cobarde asesinato del General más exitoso
de la historia militar de los EU, George Patton. Uno de los capítulos más
vergonzosos de la historia universal de la guerra. Y, para situarnos en ese
segmento tan importante es indispensable entender el proceso político que se
desarrollaba en esos momentos.
EU, desde la elección de Woodrow Wilson a la presidencia a principios del siglo, había iniciado un proceso más agresivo hacia la socialización del país, del cual la primera guerra mundial había sido un importante elemento en donde se distinguiría un joven oficial por su bravura y habilidades para la guerra, George Patton. Después, cortesía de la conquista tan ansiada de las elites, el FED, llegaba la Gran Depresión abriendo las puertas al primer presidente marxista y emanado de las familias elites de Nueva York, F D Roosevelt, acompañado por una legión de socialistas para condenar el país con su fatal, New Deal el que, ante la ceguera e ignorancia de la gente, confundieran las cadenas, con su salvación y a FDR, su verdugo, con su mesías salvador.
Los inicios de la guerra, como siempre sucede, serían narrados por los vencedores tomando de inmediato su Lucifer, Adolfo Hitler. La realidad es que Hitler quien llegara al poder con todo el apoyo de los oligarcas Ingleses, alemanes y, sobre todo, americanos, lo único que pretendía era recuperar los territorios que le habían arrebatado como perdedores de la primera guerra y fueran repartidos entre Polonia, Bélgica y otros. Y, cuando no se respetara el acuerdo entre Alemania y Polonia garantizado por Inglaterra fue que Hitler invadía Polonia con ese solo objetivo, recuperar lo robado. Pero Inglaterra y Francia tuvieron la mala idea declarando guerra contra Alemania. No fue Hitler quien la declaraba, y allí se iniciaba ese infierno.Después se les uniría EU y se convertía en
un holocausto mundial. Alemania, para sorpresa del mundo, derrotaba a sus
enemigos en todos sus frentes y se adueñaba de África. En eso hacia su
aparición el General invencible, Patton, para, en tiempo récord, vencer y
expulsar a los alemanes de África para después repetir su hazaña en Sicilia,
desembarcar en Italia y llegar a Roma en el inicio del rescate de toda Italia,
y el linchamiento de Mussolini en Milán cuando escapaba hacia los países
neutrales. Pero, tristemente, se iniciaba la condena de ese general casi
mitológico.
Sin lugar a dudas, Patton era un hombre
apasionado y de un carácter especial y, con todos esos increíbles triunfos, se
había ganado un poderoso enemigo, el General estrella de los ingleses,
Montgomery, quien, consumido por la envidia y falta de calidad humana, sería
actor principal de la fatal suerte que le esperaba a Patton. Y, al enanismo humano
de Montgomery se le surtiría su primer arma. Patton visitaba un hospital donde
se atendía a los heridos de su ejército y, al ver un soldado sin heridas
aparentes le pregunta cual era su padecer, y el soldado le responde lo había
atacado, no el enemigo, sino lo invadían los nervios. Patton furioso empieza a
cachetearlo con uno de sus guantes gritándolo que era un hijo de puta cobarde.
Eso le valió que IKE, quien nunca hubiera
estado en combate y había sido su Clerk (gato), ante la felicidad de los
alemanes que le tenían pavor, lo retirara del frente en lo que los expertos
definieran como una decisión que costaría muchas vidas y alargaría la guerra
con todas sus consecuencias, pero, había mucho más que lo que emergía a la
superficie. Patton sería ordenado regresar a Londres y, en una acción jamás
entendida, a pesar de sus grandes victorias se le congelaría. El peor castigo
que se le podía proporcionar a un guerrero sin igual. Y, Montgomery sonreía
ante su triunfo que no había podido tener en el campo de batalla.
Su castigo no le permitió participar en el
inicio de la invasión de Europa en el famoso D Day, que él había soñado, no
solo ser parte, sino comandarla y, en su lugar tenía que permanecer en Londres
con responsabilidades indignas para un general de su calibre. Pero, cuando los
aliados no pudieran avanzar y ya desesperados. A Ike no le quedó más remedio
que levantarle el castigo y, Patton, como los perros rabiosos cuando los
desatan, regresaba a lo que sabía hacer muy bien, ganar batallas y avanzar,
ante la rabia de un enano como Montgomery a quien, sin bajar la voz, Patton
describía como inepto y sin el valor necesario para atacar ante situaciones de
peligro.
De inmediato sus tropas avanzaban y en solo
quince días sus ejércitos avanzaron más lejos y más rápido que cualquier otro ejército
en la historia. Hitler, que conocía las hazañas de Patton y le reportaban que,
con una increíble táctica, había sitiado a los alemanes en la península de
Cherbourg y estaba listo para aniquilarlos y terminar la guerra, ordenaba que
todo el resto de sus tropas en Francia, regresaran para enfrentar a Patton.
Pero Patton salía a su encuentro. Y, en una brillante movida presentaba la
oportunidad para que también cayeran en su trampa en lo que, para los militares
fuera un sueño, una pinza cortando sus líneas de abastecimiento. Montgomery se
debería unir en al pueblo de Falaise para dar la estocada final, pero
Montgomery nunca apareció.
Pero Patton no se detuvo y llegaba a
Argentan con su victoria final garantizada. Sin embargo, inexplicablemente se
le ordenaba ya no avanzar y, la ineptitud de Montgomery había dejado una
apertura de 20 millas por donde los alemanes pudieron escapar. Patton furioso
protestaba y pedía autorización para cerrar esa salida, pero nunca lo
autorizarían aun cuando acudiera a Ike quien le ordenaba solo permanecer
observando. Porque Montgomery quería la gloria en la situación creada por
Patton con su brillante liderazgo. Cuando finalmente apareciera Montgomery,
unos 300,000 alemanes habían escapado para regresar luego a combatir a los
aliados en la batalla de Bulge, cuando la guerra podría haber terminado si le
hubieran permitido a Patton aniquilarlos.
Un piloto aliado que había atestiguado todo desde el aire afirmaba: “allí se podría haber logrado la rendición del Tercer Reich cuando los comandantes alemanes querían rendirse temiendo el avance de los rusos, sabían era solo cuestión de tiempo y preferían rendirse a los americanos. Además, con las estrategias que habían visto, sabían que Patton estaba de regreso del castigo que le había proporcionado Ike y le temían como a nadie más”.
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