La decena trágica,
estilo telenovela mexicana, que ha sufrido el mundo en su espacio de comercio
global, ayer explotaba con un claro mensaje. Los mercados financieros mundiales
han dejado a los analistas profesionales como Mike Tyson dejaba a sus
contrincantes en los al inicio de sus peleas. Como lo habíamos pronosticado,
ante burlas que nos dedicaron, gritábamos Trump no está manejando un acuerdo
comercial, avanzaba con plan más profundo, ambicioso y creativo. Y, al haber
metido la segunda en su potente motor, la maquina ha respondido.
La reacción del mercado fue el destape de ese plan que va mucho más allá que las miopes quejas de los talibertarios cuando, siempre con esos libritos en sus manos pasan luego a opinar, no se dieron cuenta de la magnitud ni del alcance de lo que Trump había iniciado. No valieron datos, estadísticas, proyecciones, en pocas palabras, la realidad ignorada por su (cerrazón) que les ha privado de la utilización de algo tan importante como los conceptos de la lógica, la razón, la justicia y, sobre todo, la verdad. Porque mientras Trump mostraba su mente estratégica, ellos se encerraban en su palacio de la necedad y de la soberbia. Ellos preferían que Trump fracasara.
Esta gesta que encabeza Trump no es algo que se le ocurrieran en días pasados, no, ésta ha sido una bandera que ha blandido durante todos estos años. Desde la década de los 80, él habia estado luchando para que se identificara el gran problema del saqueo que se estaba llevando a cabo de EU. Lo estuvo gritando por todas partes, ante diferentes audiencias, sin que nadie le hiciera caso. Era claro que los oligarcas globales, a través de su creación, Organización Mundial de Comercio, habían logrado su propósito. En su primera administración, sus asesores, Art Laffer y Steve Moore, aun cuando lo entendieron, no se atrevieron a ejecutar lo que se requería y no abordaron el tren de la liberación.
Anoche,
Steve Moore, en una entrevista con Fox, tuvo la valentía y la humildad para
reconocer que Trump siempre habia tenido la razón. El legendario Thomas Sowell,
famoso economista libertario, igualmente anoche le daba la bienvenida a lo que
el presidente estaba haciendo. Los mercados, al haber descifrado la pausa de
las tarifas, se dieron cuenta de la realidad y la sentencia de quienes seguían perdidos.
Así surgia una explosión enviando sus pizarrones a informar de una marca histórica.
Y, algo increíble, burócratas venenosos como el senador Schumer, con cara de
sufrimiento y en bajo murmullo aceptaba que Trump tenía la razón.
El famoso
emprendedor Canadiense, Larry Shaw, con efusivo entusiasmo aplaudía las
acciones de Trump y solo cuestionaba una cosa que le faltó. Exponiendo los increíbles
problemas que él había tenido en China para hacer negocios, después de
calificar su gobierno como el gran criminal de los mercados mundiales,
subrayaba que la tarifa que le habia impuesto Trump era demasiado baja y, si él
hubiera tenido ese poder, encantado la hubiera fijado en 400%. Algo que al
resto de panelistas espantaba. Y pasaría a citar solo parte de los pecados de
China como robo de patentes, el espionaje que llevan a cabo 250,000 “estudiantes
chinos” en EU, manipulaciones monetarias, hasta afirmar que toda esa expoliación
de EU supera varios trillones de dólares.
En estos
momentos declaro culpables a esos talibertarios que, pudiendo haber sido un
faro iluminando el verdadero camino hacia la sanidad, hacia el rescate de
tantas economías hechizadas como las de America Latina y, en especial, la de la
Union Europea, se han dedicado, con el hábito de sus libritos, solo despotricar
contra quien, al haberse hartado de esos gobiernos acomodaticios de EU que siempre
señalaba, decidió abandonar una vida soñada, que ya habia logrado, para
convertirse en ese agente de liberación. Y con la misma herramienta con que nos
esclavizaran, comercio global, pero con nuevas reglas justas, pasaba a detener
ese saqueo de muchos para beneficio de unos cuantos.
Y como
Cobden en los mercantilismos de Inglaterra y Turgot en los de Francia, pudieron
cambiar las reglas y establecieran una estructura verdadera para el comercio
global. Pero ellos tomaban también el conflicto de clases, no el de Marx, sino
de Adam Smith y JB Say, cuando, con visiones de estadistas, no opinadores, incluían
otros factores como el Banco de Inglaterra con sus manipulaciones monetarias,
salpicadas con un utilitarismo inteligente y justo. De forma hábil se alejaron
de influencias de Marx y David Ricardo para ejecutar lo que se convertía en su
gran logro.
Todas las
protestas de la gente siempre han sido por impuestos, las guerras, los
descarados fallos del sistema legal. Sin embargo, Trump se identificaría más
con Turgot quien, con una visión más amplia, se convertía en el liberador de
Francia en donde incluía, además del comercio, otro factor neurálgico para esa liberación.
Una verdadera libre competencia que se debía mantener con buena comunicación entre
paises socios, en una clara y respetada correspondencia. Y, algo más, una clara
concepción de que economía era algo más que comercio internacional, aunque
fuera limpio, justo y cuajado de reciprocidad y la hipocresía de los abrazos.
Los
talibertarios se han equivocado vergonzosamente con su estrecha visión y con la
soberbia de su intelectualidad. Han provocado daños irreparables al
estacionarse con sus rosarios y jaculatorias en donde se ha requerido un gran
sentido común. No fueron capaces de identificar al verdadero lobo feroz.
Pensaron que esta sería una guerrita en donde triunfaría el que usara las palabras
más elegantes que subrayaban en sus libros.
Por supuesto, esta batalla no se ha terminado porque los oligarcas globales no habrán de soltar sus presas fácilmente. Ellos habían navegado por ese océano de la impunidad, de la complicidad en sus abusos, han lucrado durante más de cien años a costa de la pobreza de millones. En Africa mostrarían de lo que son capaces asesinando a lideres como Faisal en Arabia Saudita, Anwar Sadat en Egipto e, inclusive, a Gaddafi en Livia quien, habiendo sido el mad dog, estaba avanzando para establecer una moneda africana respaldada con oro y, con la complicidad de Hillary Clinton, lo abatirían para desaparecer las 200 toneladas de oro en su Banco Central.
Que pena que los talibertarios hallan fallado miserablemente.
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