Los vientos de guerra

 Ricardo Valenzuela

 

“Nuestra tarea es dar a la gente no lo que quieren, sino lo que nosotros decidimos deben recibir”.

           Richard Salant. Presidente CBS

Mayer Rothschild tenía la obsesión de controlar las monedas del mundo, y lo consiguió. John Rockefeller quería controlar la oferta mundial del petróleo y también lo consiguió. Cuatro generaciones después, sus descendientes controlan gran parte de la riqueza mundial y el instrumento más efectivo que utilizan es el control que han logrado de la media a nivel internacional. Con el dinero los Rockefeller y los Rothschild controlan la media. Con la media, moldean la opinión pública. Con el pulso de la opinión pública controlan la política. Controlando políticos corruptos, están tomando control del mundo. Y cuando quieren destruir algo, su media se encarga. 

Las tres grandes televisoras NBC, CBS Y ABC son derivados de RCA. Teóricamente están en competencia y se supone ofrecen información libre e independiente, pero la realidad es que todas pertenecen a la misma red de entarimados donde participan empresas y bancos que, al correr el telón con el que se ocultan, nos damos cuenta de que son controladas por la elite de los Rockefellers y Rothschild.

 Chase Manhattan Bank (Rockefeller-Rothschild) es dueño del 15% de las acciones de ABC, el 18% de CBS y el 6% de RCA y eso es control. La compra y expansión de CBS en 1928 fue financiada por Prescott Bush (padre y abuelo de presidentes) y miembro de su directiva. El consejo de administración de toda la media está compuesto por representantes de los Rothschild y Rockefeller. El ex presidente de CBS, Frank Stanton, es integrante del consejo de la Rockefeller Foundation. Todos ellos miembros activos de la elite concentrada en el grupo Bildenberg. 

Al inicio del siglo 20 el sistema político que dominaba Europa era la monarquía. Pero estallaba la primera guerra mundial y las monarquías quedaban entre los escombros de una Europa destruida. Sin embargo, la realeza no se perdería entre las sombras de la noche con la cabeza baja. Iniciaban el proceso para recuperar ese poder y lo anunciaba Alfred Milner:

“Requerimos aristocracia con propósito o la humanidad fallará miserablemente. El gran problema es la democracia. Si la humanidad tiene educación superior y la libertad que nuestro anhelo demanda, dispondremos de las capacidades. Y si los que hoy tienen poder y libertad para responder a solicitudes valientes no se pueden reclutar, tampoco se podrá reclutar la humanidad. La solución no es confrontación directa. Vamos a derrotar la democracia porque entendemos la forma en que opera la mente. Debemos tomar control de esa mente a través de la media y la educación. Necesitamos creativa imaginación operando dentro del complejo de gente poderosa, inteligente, emprendedora, para utilizar su poder y producir esa cultura devotamente aristocrática, altamente selectiva, de mente abierta, es la próxima fase necesaria en el desarrollo de la humanidad. Yo veo el progreso humano, no como un producto espontaneo de la chusma exigiendo se satisfagan sus necesidades elementales, pero como resultado natural, pero elaborado, de un proceso de interdependencias humanas, curiosidad liberada, motivaciones alteradas y redirigidas por el arte y la literatura”.     

Se requería un rostro real para dar soporte a este movimiento y el príncipe Bernhard de Holanda, conocido por sus íntimas relaciones con la realeza Europea y los grandes industriales, era el hombre ideal. El argumentaba que los problemas económicos que el mundo había sufrido podrían haberse evitado, si líderes responsables y preparados hubieran estado al mando sin permitir que las posturas públicas interfirieran. Por esta razón, se le pidió organizar una primera reunión de mentes privilegiadas representando todas las facetas: económica, política, financiera, industrial y militar. 

Auspiciada por la corona de Holanda y la familia Rockefeller, en 1954 se iniciaba la recuperación del poder perdido con una conferencia en el hotel Bildenberg de un pequeño pueblo de Holanda. Los objetivos del grupo se establecían basados en la clásica idea paternalista de, “tu padre sabe mejor”, autocracia similar a la de la Iglesia Católica. Al principio el intento parecía noble. En cierta forma era similar al principio empresarial en donde las grandes responsabilidades recaen en los mejores, los más preparados, los capaces de hacer que las cosas sucedan. 

Pero después emergía una oscura red con la clara intención de dominación global, y la media como el principal instrumento para lograrlo. Con dinero los Rockefeller y los Rothschild tienen control de la media. David Rockefeller afirmaba: “Hubiera sido imposible para nosotros desarrollar el plan para el mundo si hubiéramos estado expuestos a la luz de la propaganda. Pero ahora el mundo es un lugar más sofisticado y preparado para marchar hacia un gobierno universal. La soberanía supranacional de nuestra elite intelectual, no tengan duda, es preferible a la auto determinación nacional practicada durante siglos”. 

En una reunión de la elite en Canadá, George Ball, ex subsecretario de Estado de Kennedy y Johnson, y ex director de Kuhn Loeb Inc. (territorio Rothschild) definía la nueva política global del grupo. Señalaba las ventajas de un nuevo orden económico neocolonial basado en el concepto de World Company, y describía los obstáculos que se tenían que eliminar para que el proyecto tuviera éxito. “Lo primero, afirmaba, es la arcaica estructura política de la nación-estado. Es imposible una coordinación entre el desarrollo de la World Company—y esa arcaica estructura política de nación-estado que se están desplegando al paso de los glaciares, en respuesta a los nuevos requerimientos mundiales”. ¡Una organización con una supranacional soberanía y más poder que los gobiernos! 

Un periodista presente lo describía así: “Para Ball, la estructura de nación-estado y la idea de un Commonwealth, o el bienestar general de la gente, es el mayor obstáculo contra su libertad para saquear al mundo. Declaraban prioridad de la World Company el comercio libre internacional; eso es, comercio libre medido con los estándares británicos de ganancias comprando barato y vendiendo caro. El problema era que los gobiernos nacionales tenían prioridades contrarias a las de la compañía saqueadora cuyo mercado nunca ha sido libre”. Ball preguntaba “¿Dónde se puede encontrar una base legitima para para tomar decisiones que afectan la vida económica de las naciones donde sus gobiernos han fallado? El mismo se respondía ¡con nosotros!

La llegada de Trump frenó el proceso y la elite financiera, Rockefellers y Rothschild, no lo perdonan. Ante el fracaso de las agresiones de su media, preparan ya un contrataque con un serio choque entre el Norte y Sur del Continente, iniciando con los refugiados. Trump está por ordenar una auditoria del FED controlado por ellos desde su fundación en 1913, y se sospecha haya faltantes de trillones de dólares. La elite está lista para usar la carta del choque de civilizaciones. 

Hay rumores de guerra. Esa beligerancia que provoca una cerrada confrontación en los momentos más críticos en que el hombre mide al hombre.  

Los británicos conocían la ruta con la contra cultura que impusieran en el medio oriente: ceremonias de culto pagano de los decadentes imperios egipcio y Romano controlados por el culto a Apolo. Culto opresor y de inteligencia política al servicio del creador de cultos. Estas fueron las bases para crear el imperio Romano, la ley romana, y su decadencia. Esa tradición persiste en Britania. La monarquía, las parasitarias clases aristócratas, y las facciones feudalistas que en su momento apoyara la iglesia católica, son las modernas expresiones de las tradiciones del ancestral culto Apolo.  

Por eso acuden a los mismos métodos de los antiguos sacerdotes egipcios—el culto de sociedad-drogas, contraculturas orgiásticas y eróticas, desordenada gentuza violenta destruyendo y maniáticos terroristas—para enfrentar esa fuerza combinada de rabia demente, contra la sociedad dedicada al progreso científico y tecnológico. 

Borradas las primeras rondas de enemigos de la elite, era ya tiempo para desatar las hordas de refugiados y enviarlas a una larga marcha hacia el norte. Para las elites el arribo de Trump ha sido una tragedia, como fue el arribo de Kennedy en 1960; ¡atajaron su plan universal! ¿Qué podían hacer para detenerlo? Inundar los EU con refugiados de América Latina como inundaron Europa de musulmanes. Un nuevo teatro de confrontación del Norte rico y el Sur pobre. Lo que EU está enfrentando es ingeniería migratoria operada para crear bandas de votantes. Si explotara una crisis financiera global, el potencial de esa migración sería suficiente para destruir a los dos países, EU y México.  

Los elites saben que progreso tecnológico con educación y libertad de innovación despierta el potencial de la mente humana, el gran enemigo del sistema oligárquico. Su gran temor es que conduzca a una hegemonía republicana que terminaría la posibilidad de establecer un mundo regido por la oligarquía.

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