MEDICINA DE JESUS PARA LA SABIDURIA

Ricardo Valenzuela

Why It's Stupid to Pit Paul Against Jesus | Canadian Bible Guy 

Hace solo unas semanas al tener la oportunidad de observar el sepelio del papa Francisco, me provocaba una reacción verdaderamente poderosa. No podía creer que gran parte de los poderes del mundo acudían a un homenaje para un hombre que, lejos de haber aportado algo positivo para la humanidad, habría sido parte importante de ese poderoso andamiaje en ruta hacia la modificación de la humanidad. Y mi reacción no fue algo novedoso, fue algo especial provocado por una vieja rebelión que hacía algún tipo de aterrizaje. Una rebelión en la que había aprendido que mi lucha estaba equivocada, pues el verdadero infierno que debemos combatir estaba en nuestro interior.  

Tenía ante mi vista a todo el poder mundial en el Vaticano rindiendo tributo a uno de los peores. Un Papa infiltrado que de forma increíble abonaría las luchas de los odiados filósofos como Spinoza, Darwin, Nietzsche y Schopenhauer. Ellos que al unísono afirmaban el entreguismo y la cobardía no era un fenómeno social, sino una vil traición y el abandono de la voluntad para actuar con ese bravo propósito que define la esencia humana. El hombre rebaño no solo sigue; se complace en seguir encontrando en la conformidad una anestesia contra la angustia de existir y renuncia. El gran campo fértil para la oligarquia global.

 Ese hombre que habia heredado la organización que, después de casi dos mil años de programación, controlaba ya más de un billón de sus programados robots. Esa organización que nos fabricara un Dios a nuestra semejanza, no a la de él. Un Dios exhibiendo conductas humanas, celoso, exigente, castigador, controlador. Un Dios que, a través de ordenamientos confusos de la iglesia, nos convirtiera en seres controlados a base de sus amenazas. Que lograba hacernos sentir tan inútiles, inmovilizados por el miedo y la culpa, indefensos, débiles, ineptos, para rogar por su ayuda. 

Una iglesia que surgiera del enfrentamiento entre los verdaderos herederos de Jesus, y Pablo; un pillo tramposo, no judío; blandiendo sus mentiras contradiciendo las escrituras, a los verdaderos apóstoles y sobre todo el mensaje liberador de Jesús. Sería el ganador y se proclamaba como el apóstol elegido por Jesús, a quien no había conocido, para llevar su falsa teología por todo el mundo. Un personaje tan oscuro y escabroso como Pablo, sería, no solo la base del cristianismo que ha predominado en el mundo occidental, sino la personalidad del engaño más grande de la humanidad que se iniciaba. La iglesia del control. 

Esa iglesia que, con la herencia de Pablo, construyera los cinco candados con los que han estado esclavizado a la humanidad. El primero sería lograr nuestra ineptitud fundamental para sentirnos desarmados, incapacitados, perdidos, por lo que necesitábamos ayuda (la de ellos). El segundo sería el establecimiento de una dependencia de intermediarios (la burocracia de la iglesia). El tercero sería el establecimiento del miedo como nuestra motivación central (el infierno). El cuarto era el establecimiento de una prohibición para cualquier tipo de cuestionamiento (obediencia total, la fe ciega). El quinto era la recompensa futura para el valle de lágrimas (el reino de los cielos). 

Al haber logrado establecer la prisión universal, se dictaba nuestra condena de una servidumbre espiritual la cual debíamos de agradecer. Con una diabólica eficiencia creaban las herramientas para el eterno mantenimiento de su campo de concentración. Y, con gran premeditación y alevosía, iniciaban la utilización de las grandes figuras que surgían de la humanidad secuestrando sus mensajes y modificarlos para sus propósitos. El primero sería Jesus moldeando sus mensajes para establecer su iglesia opresora. Así lograban que el hombre actuara con las emociones que le fabricaran, olvidando el mensaje de Jesus de nunca actuar por el miedo, sino guiados con la ayuda del Dios interior que todos portamos. 

El Dios de Jesus no era el castigador, no era un Dios que nos convirtiera en esclavos y él sería nuestro propietario, no prometía el reino celestial ni el castigo eterno (ningún pecado merecía castigo eterno) un Dios que no culpara ni perdonara. Era su ley natural, si aplicas a otros tu odio, recibirás lo que corresponde a esas diabólicas acciones. La libertad que él ofrecía era lograda con el verdadero conocimiento. La cárcel que nos esclavizaba era la de los miedos, la ignorancia, temores, odios, injusticias. Pero, quienes lograran entender las causas de sus emociones, podría conquistar su interior. Porque todos lo que hacemos tiene consecuencias. 

Así se podría lograr la libertad interior. Esa paz serena de vivir sin culpa, sin miedo, siempre en esa libertad, sin la necesidad de ser salvado por alguien más. Actuar en esa verdadera alegría liberadora que, al buscarla, la encontramos en ese amor intelectual a Dios. Una experiencia poderosa para entender y conocer al verdadero Dios de amor. El Dios que no nace del miedo ni la esperanza, nace del entendimiento pleno. Ese amor que nos impulsa a vivir por la razón y con nuestra conciencia individual, un amor eterno, perfecto. Amor universal conociendo esa verdad. La experiencia de lo que es divino, una afirmación jubilosa al haber superado la ignorancia terrenal. 

Y solo lo habremos logrado con esa fe que se basa en la razón, no la fe ciega que nos han impuesto como pesada cadena cargada toda la vida, porque así se habría neutralizado nuestra capacidad divina que heredamos. La fe ciega es la verdadera superstición cuando se actúa por condiciones ordenadas sin cuestionar. La capacidad humana que ese verdadero Dios nos instaló debe dudar cuando algo nos encadena a través de esa fe impuesta ausente de la razón. La razón con su intuición es la luz que debe iluminar esas verdades para finalmente llegar a conocer al verdadero Dios.

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