EL GRAN AMOR DE MI VIDA, SOLEDAD

Ricardo Valenzuela

 


Hace algunos años, cuando todavía cabalgaba en las secas llanuras de las ideas libertarias, uno de sus participantes me obsequiaría el sobrenombre de llanero solitario, algo que me hizo meditar para luego darle la razón. La soledad es algo que me ha atraído desde que fuera niño y la disfrutaba con largas cabalgatas en el rancho siempre solo. Hace algunas semanas, me reencontré con uno de mis mejores amigos que habia dejado de frecuentarlo por algunos años y, de inmediato, asertivamente me señalaba el haberme convertido en ermitaño preguntándome ¿por qué? Le respondí, dame unos días para contestar tu pregunta. Y me di a escribir mi definición. 

El hombre solitario, tracicionalmente es alguien de ideas especiales, es un ser inquieto siempre en busca de respuestas. En la opinión de uno de mis filósofos, es el hombre que no hace ruido, pero puede ser muy peligroso. Es al que no se puede comprar ni manipular pues no tiene precio porque tiene una gran riqueza interior. Es el que está solo porque no necesita la falsa algarabía de la sociedad, porque considera su soledad como un acto de poder interno y no necesita aplausos, sobre todo, si los ha tenido. Es alguien que escribe, aunque nadie lo vaya a leer, pues escribe para él mismo. Es una roca en arenas movedizas como lo fueron Buda, Marco Aurelio e inclusive, Jesus de Nazaret. 

Es alguien que no mendiga atención y no le interesa tener relaciones artificiales. No tiene dependencia de esa sociedad superficial que la mayoría siempre busca y necesita. Es el hombre que en la soledad encuentra lo que siempre ha buscado, tiempo para pensar. Es alguien que no consume lo que siempre se ofrece porque, las agencias de publicidad lo califican de modas para embriagarnos. Ya no necesita las validaciones sociales pues ya las tuvo. No es como esos que al sentirse solos compran, consumen, beben, para saciar necesidades fabricadas. Es alguien que tiene claro sus necesidades están satisfechas, o que, sin saber porque, siente que no necesita algo. Es alguien que, como Marco Aurelio, tiene libertad al estar solo y la utiliza escribiendo. Y esa soledad es transformadora. 

Es alguien que no se deja seducir por la tribu y lo consideran raro. Es alguien que al escribir se hace preguntas, mas que proponer soluciones. Piensa que los que no aprenden a estar solos nunca serán libres. No busca seguidores y escribe para él mismo pues no necesita demostrar nada. Es alguien que pudo abandonar las viejas cadenas y por ello no necesita ya ser validado. No necesita reconocimientos tan buscados. No huye del mundo, sino que se está liberando de él. No actúa por miedo ni por adicciones, no le importan las modas ni sigue guiones externos, no compra por impulso lo que se dicta. Es ese hombre que rompe las reglas superficiales del juego social. No necesita relaciones para llenar un vacío. Ahora escucha no solo habla. 

Para él la soledad es un poder que se siente como la verdadera libertad. No es aficionado a las noticias manipuladas, ni el cine, diarios, o medios artificiales porque sabe son herramientas de manipulación y control. Es alguien que en su introspección encuentra las respuestas, obviamente después de analizarlas con profundidad. En sociedades de tanto ruido, las ignora y cada noche analiza lo que hizo ese día, calificando si sus acciones estuvieron de acuerdo con lo que a él le interesa. Así, viven en su verdadera libertad para elegir. 

Él ha adquirido autonomía que luego le vale la calificación de inadaptado y le dieron el sobre nombre Chero, porque no va hacia donde suena el cencerro de la caponera. Porque, en su laboratorio de soledad, se convirtió en gran enemigo de esa generalidad, de la tradición perpetua, de lo sistemático, lo que todo mundo hace sin saber el origen. Es alguien que cada noche se pregunta el ¿Por qué? No se deja moldear con lo “normal” porque conoce bien el viejo molde que rechaza, y no participa en la competencia toxica que ha contagiado al mundo. Vive de acuerdo con su propio criterio para tener un por qué, y luego un cómo, pues sabe su soledad es muy poderosa. Porque estar solo es diferente a sentirse solo y quiere paz en su soledad. 

Es ese hombre que aprendió a conectarse consigo mismo pues su soledad es elegida, no la de la impuesta que se hace dependencia. En su retiro de solitud pretende penetrar su interior en busca de esa chispa divina. En ese proceso llegó a entender que muchas de sus necesidades no eran reales y solo habían sido obstáculos para encontrar la paz. Consume menos y muy selectivo, porque necesita menos pues su escala de valores y calificación es diferente. Vive solo pero nunca se siente solo ni abandonado. Ha encontrado una honestidad radical diferente. Alguien que ha logrado una independencia de lo que le restaba potencia pues su nueva escala de valores le ha mostrado otra ruta. 

Es alguien que ha logrado una autosuficiencia emocional, una maestría en el manejo de sus sentimientos, emociones y, aunque la vida lo sacude, nunca lo rompe y, sobre todo, es quien se cura solo sus heridas para regresar a la lucha. La soledad también le ha dado un gran Coraje intelectual. Ese valor al estilo socrático que se logra siempre cuestionando y, en ese cuestionamiento, ha encontrado una sabiduria diferente y una vía hacia la verdad tan elusiva. No la que nos han dado. 

Es el que camina aparte del rebaño armado con ese coraje. Es alguien que maneja la distancia emocional y la incertidumbre. Tiene dias que lo invade la duda, la nostalgia, confusión, pero continua su camino seguro que va a ganar. Porque nunca aceptará el conformismo, pues emocional y espiritualmente ya es independiente, es quien ha desertado la manada. Ha logrado una espiritualidad diferente porque ha escarbado profundamente par encontrar ese tesoro. Además, su madurez emocional se ha convertido en arma muy poderosa porque, en su soledad, ha encontrado su paraíso al sentir el poder de su voluntad que le permite ser autónomo para atreverse a ser él mismo. 

Un hombre que ha visto la esclavitud invisible de una humanidad que, en su ceguera, cree ser libre porque es la única que ha conocido. Un hombre que ha descubierto una ética racional e universal y con ella su independencia espiritual. Y, a diferencia de la generalidad, nunca ha temido a la verdadera libertad, pero la que él ha encontrado. Esa libertad desconocida que el verdadero Jesus de Nazaret nos invitó a buscarla en nuestro interior y, con las milenarias cadenas que nos han impuesto, nadie la ha entendido. Eso es un hombre solitario pero libre.               

 

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