Creo que todos estamos conscientes que la madre naturaleza, durante millones de años, con sus movimientos telúricos ha estado configurando el planeta que habitamos. Así, la superficie, cortesía de la infinita energía de sus capas interiores, ha sufrido mutaciones creando nuestro mundo. Algunas veces nos provocan grandes temores como el caso de California con su falla de San Andrés, donde constantemente ha sido su amenaza de nuevas configuraciones.
Creo que en la humanidad igualmente podemos identificar sus diferentes capas y, por supuesto, las formas en que han acudido para la configuración de las sociedades como un todo. Tradicionalmente esas capas habían sido, primero, la capa superior que siempre se identifica como la más pequeña, segundo, el resto de un material que ha conjuntado la gran mayoría siendo la capa inferior. Esa ecuación permanecería estática durante siglos, hasta que fuera sacudida por la revolucion industrial que abría las puertas a las capas inferiores para poder escalar esa pirámide. Y la histeria de la superior.