Ricardo Valenzuela
Cuando en
1993 se anunciara con bombo y platillos el nacimiento de la Union Europea,
echando mano del inspirador pensamiento de Victor Hugo articulado en 1849: “Llegará un día en que todas las naciones
de nuestro continente formarán una hermandad europea, un día en que veremos a
los Estados Unidos de América y a los Estados Unidos de Europa cara a cara,
tendiéndose la mano a través de los mares,” pues yo, como toda la borregada, se
lo comunicaba a mi padre lleno de entusiasmo por ese gran acontecimiento histórico
pensando también él lo celebraría.
Y ¿Por qué no? Él
habia vivido en Europa durante 15 años, se habia educado entre Bélgica e
Inglaterra. Habia acompañado a su hermano Gilberto y al presidente Calles en su
gira por todo el continente. Sin embargo, recibía la noticia con cierto halo de
preocupación y me dice. “Por fin se salieron con su leperada, esto no es para
celebrar, esto es el inicio de un nuevo socialismo disfrazado.” Me dejaba con
la boca abierta y, para no perder mi entusiasmo, le achacaba a mi padre el
haber expresado tal disparate al inicio de su confusión senil, tan presente en
todos los Valenzuela en esa etapa de sus vidas. Una gran equivocación que después
comprobaría.