Ricardo Valenzuela
Hace unos
dias Elon Musk, el hombre más rico del mundo, publicaba una de sus reflexiones
que llamó poderosamente mi atención: “Tú no estás enojado con aquellos que
durante tantos años te han mentido y engañado. Pero estás furioso conmigo por
haberte mostrado la forma cómo ellos te han mentido y manipulado”. Con esa
frase describía una situación que ya casi priva en todo el mundo. Un mundo
sufriendo los ataques de esa fuerza mortal que, con pasos firmes, avanza hacia
su objetivo de llegar a controlar este mundo que ellos ya han estado
modificando a su medida.
Porque, al inicio de este año, el mundo está a punto de convertirse en la presa de la soberbia más grande en la historia de la humanidad. Una soberbia que, para lograr su cometido, solamente deberían de expropiar algo verdaderamente valioso, la mente humana. El proceso para neutralizar lo que hubiera impulsado al hombre hacia su libertad, su sana ambición para detectar oportunidades, para prosperar sin intervenciones de los gobiernos más que proteger sus derechos naturales. No para escoger ganadores y perdedores.
Considerando las guerras como su estrategia no lograría la magnitud de los resultados que buscaban, acomodando sus planes a las teorías que pensaron les servirían, se dieron cuenta que lo más conveniente para para avanzar era la expropiación de la mente humana, pero sin que la gente lo sintiera ni se diera cuenta. Ya habían descubierto lo que la ingeniería social o la automatización de las sociedades aplicadas a nivel mundial podrían lograr, una sumisión total de la humanidad al estilo nazi.Ya había surgido
algo que en los siguientes siglos tuviera un efecto indescriptible en la
historia económica de la humanidad. Fue lo que Mayer Rothschild había
descubierto en su pequeña casa de cambios en Frankfurt en 1757, el principio
básico de poder, influencia, y control sobre la gente aplicado a la economía.
Con aquella afirmación: “cuando asumes la apariencia de poder, la gente
rápidamente te lo dará”, estaría sentando las bases que le diera vida al Fondo
de la Reserva Federal con lo que ahora, 12 bancos europeos, controlan el mundo
entero pues son monopolistas de la moneda y la economía.
Rothschild había descubierto el principio básico de poder, influencia, y
control sobre la gente que luego se aplicaría a la economía. Pasaba luego a prestar sus pagarés a
individuos, corporaciones y gobiernos. Intencionalmente causaría demasiada
confianza. Después provocaría que el dinero se escaseara, apretando el control
del sistema, y pasaba a hacer efectivas las garantías colaterales señalados en
sus contratos. De esa forma se convertiría en uno de los hombres más poderosos
de Europa
Las cuentas de
préstamos en efectivo o los depósito de oro tenían la apariencia requerida de un
poder que podía usarse para inducir a las personas a entregar su riqueza real a
cambio de la promesa de una riqueza mayor (en lugar de una compensación real). Así
entregarían un colateral real a cambio de un préstamo usando pagarés emitidos
por Rothschild. Rothschild descubrió que podía emitir más billetes de los que
supuestamente tenía respaldados, siempre y cuando tuviera las existencias de
oro de alguien más como elemento de persuasión para mostrárselo a sus clientes.
De esa forma, los pagarés de Rothschild poco a poco se convertirían en la
moneda europea.
Y cuando se
descubrió que la economía obedece las mismas leyes de la electricidad y toda la
teoría y práctica matemática, como el uso de computadoras desarrollado para el
campo electrónico, se podía aplicar directamente en el estudio de la economía.
Había nacido la herramienta más poderosa y efectiva para el control de la
humanidad, manipulando sus economías. Y se llevaría a cabo a través de la programación
de sus mentes sin que se dieran cuenta. Un modelo económico donde la vida
humana se mide en dolares y, generando una chispa eléctrica con un switch
conectado a un inductor activo, es matemáticamente igual a la iniciación de una
guerra. Necesitaban un herramienta adicional para operaciones masivas.
El
siguiente paso era establecer los hogares como industrias económicas. Entonces,
la conducta de esos hogares podría ser precedida y manipulada, y la sociedad se
convertía en un animal totalmente regulado, con sus riendas en manos de
sofisticadas computadoras regulando la energía social con un sistema de
contabilidad
La
herramienta sería bautizada como Armas Silenciosas para librar Guerras
Apacibles. Armas que disparan situaciones, no de proyectiles. Impulsadas por el
procesamiento de datos, no por reacciones químicas. Originadas por bits de
información, no por granos de pólvora. Disparadas por computadoras, no por
fusiles. Operadas por programadores en lugar de francotiradores. Comandadas por
un magnate global, no por un militar de alto rango o miembros de las fuerzas
especiales.
No provocan
ruido, causan daños físicos y mentales especiales, afectan la vida diaria de la
gente. La gente no puede entender lo que sucede y no se da cuenta de que están
siendo atacados y sometidos por un arma invisible. Por instinto sentirán que
algo anda mal, pero no lo podrán expresarlo, ni manejar un problema no
identificado. No saben cómo pedir ayuda o agruparse para defenderse. Aprenden a
tolerar ese malestar y colapsan para caer bajo control.
Y el
objetivo es mantener a la gente indisciplinada, ignorante, confundida,
desorganizada, irresponsable. Desconectar sus mentes, sabotear sus actividades
mentales, proveerles educación mediocre y que nunca puedan usar su creatividad.
En pocas palabras, una violación mental y emocional. Los globalistas saben que
en la confusión hay ganancias, y en grandes confusiones grandes ganancias.
Las armas
silenciosas forman parte de una guerra biológica que ataca la vitalidad, las opciones,
la movilidad de individuos y de sociedades, entendiendo, manipulando y atacando
sus fuentes naturales de energía sociales, sus fortalezas físicas, mentales y
emocionales y aprovechan sus debilidades. Esta tecnología emergería de aquella
simple idea descubierta, expresada
sucintamente y aplicada efectivamente, con inspiración de aquella cita del Sr.
Rothschild. Él había descubierto el componente pasivo perdido de la teoría
económica llamado inductancia económica.
Fue el inicio del vía crucis de la humanidad hacia su esclavitud.
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