Ricardo Valenzuela
Con la
guerra terminada y EU sería en único país que no fuera destruido, se iniciaba
una nueva época entregándole el timón de la nave al héroe de esa guerra, Gral Dwight
Eisenhower, con titánica tarea por enfrente. Aquel grupo que en 1933 habían
llevado a Hitler al poder, habían recibido todos los secretos de los
impresionantes avances tecnológicos nazis y, algo importante, ubicaban a John
Fuster Dulles en la dirección de la debutante CIA, una fuerza que durante los
siguientes años jugaría un papel fundamental en el desarrollo del Estado
Profundo.
Ike, ajeno a este traidor proceso, se enteraba del inicio de sus operaciones secretas en el desierto de Nevada en un sitio que bautizaran como Área 51. Cuando exigía a Dulles le informara de lo que estaba sucediendo, ante su negativa amenazara con enviar el ejercito a ese misterioso lugar, para darse cuenta de que era algo que ya portaba un poder suficiente para enfrentar al gobierno. Ello sería lo que lo impulsara, ya al final de su mandato, enviar un mensaje a los ciudadanos advirtiendo del grave peligro que se estaba gestando en ese grupo. Pero, además, de forma especial advertía al presidente electo, Kennedy, aconsejándole hiciera algo al respecto para detenerlos.