EL CALVARIO GLOBAL DE TRUMP (PRIMERA)

Ricardo Valenzuela

Trump gana las elecciones en EEUU y vuelve a la Casa Blanca: "Es una  victoria increíble" 

Cuando Obama fue elegido presidente de EU, para mi sería un golpe de una gran contundencia, pero ya conocida, porque en Mexico ya lo habia recibido varias veces. La primera sería con la “notificación” de 1970 que Luis Echeverria sería el próximo presidente y, aunque era un joven que no me interesaba la política, escuché de parte de mi tío Gi0blerto Valenzuela el peligro que se ceñía sobre Mexico. Un peligro que se hacía realidad cuando debutaba en mi vida profesional que me daba la bienvenida con la primera devaluación de que yo tuviera conocimiento. 

Los siguientes dos mandatarios con sus propias destrucciones, finalmente me provocarían abandonar un pais sintiendo no había futuro. En EU durante las administraciones que siguieran a la de Reagan, al mismo tiempo que solidificaba mis ideas de libertad, con la misma velocidad me daba cuenta de que EU había iniciado una ruta diferente y con más claridad pude ver la dimensión del fracaso mexicano y, sobre todo, cierta complacencia de la gente que también crecía, de alguna forma aceptando esa maldición tal vez inmovilizada por la costumbre.

Había llegado a EU en la era de Reagan que, obviamente, era un gran cambio frente el fracaso de Carter. Sin embargo, con el paso del tiempo yo atestiguaba un gobierno muy lejano del concepto liberal que inicialmente yo aprendiera de mi padre, un liberal educado en Europa en donde fuera alumno de Hayek. Vi los admirables esfuerzos de Reagan frenados con un intento de asesinato. Después, un desfile de presidentes actuando papeles muy similares mientras el gobierno crecía ya con facciones claras, apuntando al abandono de las ideas que lo habían elevado a esa potencia mundial. 

Al arribar a la presidencia Bush I, de inmediato empezó su venta del Nuevo Orden Mundial, pero, manejado como una gran zona de libre comercio desde Alaska hasta el estrecho de magallanes. Al mismo tiempo que Salinas tomaba el timón de la nave mexicana a punto de naufragar. Fue cuando también empezara a escuchar acerca del Estado Profundo. Bush no había cumplido las ordenes del EP de ampliar la guerra en el medio oriente y lo sustituían con Bill Clinton, cuya primera emergencia sería de nuevo rescatar a Mexico de su miseria y de la Salinostroika saboteada. 

Se me aclaraba el panorama de un esfuerzo mundial en el cual EU debía jugar importante papel. Ese esfuerzo construyendo el verdadero Nuevo Orden Mundial dictado por ese Estado Profundo, en el cual la inclusión de Mexico en el acuerdo de libre comercio, pero ya atrapado con deuda, sería parte fundamental. Clinton llegaba a la Casa Blanca acompañado de su mafia Dixi que operaba en Arkansas, Texas, Mississippi, que había tomado control del gran negocio de billones de dolares que representa ya el mercado de drogas expropiado a la mafia italiana. 

Clinton cumplía muy bien su papel, por lo que ya se preparaba la posibilidad futura de continuar ese exitoso estilo, en la figura de su Hillary quien portaba menos escrúpulos que su marido. Pero, como no debían dar la impresión de una monarquía más corrupta que las de Europa, acudían a otra, la de los Bush, corrupta pero refinada. 

Así llegaba Bush II. El estado de guerra perpetua salía de sus cuevas para invadir Afganistán, seguiría luego Irak sumiendo al pais en esa negra pesadilla, mientras al Complejo Militar Industrial, cumpliendo la profecía de Eisenhower, le llovían los $8 trillones de dolares que costarían esas guerras. Pero, Bush II tenía un mandato más importante. Coordinado con Clinton, que lo iniciara, explotaría la gran tragedia de la economía de EU que se calificara como una depresión surtida por las hipotecas. En realidad, era creada para asegurar la presidencia de Obama. 

Pero, como afirmara Rahm Emanuel, quien luego fungiera como jefe de gabinete de Obama, nunca hay que desaprovechar una crisis. Era entregarle el pais a Obama para que le diera velocidad al plan destructor del EP, esa fuerza letal que, con un país en estado de agonía, facilitara la toma agresiva que ahora era el mandato de Obama. Claramente me di cuenta de que el Estado Profundo había morado en la Casa Blanca durante los veinte años de los Bush y Obama. La destrucción que habían provocado era verdaderamente letal y, por supuesto, la medicina que aplicaban, impresión demente de dinero fiat, era parte de ese diabólico plan que provocaba sus ganancias, inflacion, deuda impagable y el país ya se asomaba al precipicio. 

Pero, el verdadero alivio estaba por llegar. Hillary Clinton se babeaba ya calentando el brazo para el relevo del destructor. Por fin se cumpliría el sueño de los oligarcas globalistas y, por supuesto, el de Hillary, la figura más corrupta y sin escrúpulos de toda esta banda de criminales. En Mexico habían logrado algo extraordinario, llevar a la presidencia al político más corrupto, falso y sin escrúpulos como Lopez Obrador, además, marxista, pero al estilo de todos ellos, marxistas hacia afuera no en sus cotos en los que tanto habían ya acumulado. 

Pero, aquel 8 de noviembre del 2016, todos los comentaristas unánimemente opinaban que Trump estaba perdiendo la elección y que Hillary sería la nueva ejecutora. Pero, casi a las 3 de la mañana, al haber terminado la votación, esos comentaristas anunciaban a una sorprendida nación que los 20 votos electorales de Pensilvania fueran para Trump, lo que lo hacía presidente electo de EU. Trump había desafiado todas las encuestas, y lograba una increíble victoria que enviaba al Estado Profundo a un pánico incontrolable. El primer presidente desde la era de Johnson que no pertenecía a ese EP que ahora su futuro era incierto. 

Los Clinton prematuramente habían celebrado una victoria engañados con sus encuestas. Chelsea corría hacia los brazos de su madre, mientras Bill, en medio de su euforia, gritaba y aplaudía como chamaco. Pero, esa fiesta duraría poco. Cuando les llegaba la fatal noticia del triunfo de Trump, Hillary fue invadida por una impresionante rabia. Luego iniciaría a golpear muebles gritando obscenidades, le tiraba objetos a su grupo. En su furia juraba nunca permitir que Trump gobernara. Sus colaboradores la calificaban como una gran tragedia, el evento más trágico de la historia. Tuviera que llamarle Obama para aceptar su derrota. 

En esos momentos se iniciaba el calvario que ha enfrentado Trump durante casi diez años y lo sigue enfrentando. Odiado por el mundo, pero 85 millones de votos le dieron la victoria.             

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