¿POR QUÉ TRUMP ES ODIADO EN EL MUNDO? TERCERA

Ricardo Valenzuela

 Why Trumponomics won't make America great again

Para cerrar estas sesiones en las cuales he tratado de explicar a un buen amigo algo difícil de entender. Las diferentes razones que han provocado tanta gente atrapada odiando a Trump, pero, señalando algo importante, los 85 millones de votos que le dieran la victoria a fines del año pasado. Porque es algo tan difícil de asimilar y, en lo personal, mi total filiación al Trumpismo me ha provocado infinidad de problemas. Pero, como le diría mi abuelo a Pancho Villa cuando amenazaba con fusilarlo si no renegaba de su amistad con Obregon que lo acabada de derrotar. “General, cuando doy las nalgas no las aprieto.” 

Entonces, en esta nota final, para poder ubicar la fuente de ese enfermizo odio que provoca la figura de Trump, ese odio que ha llegado a los niveles provocando se le etiquete como una grave enfermedad bautizada como Trumpismo Asesino y Destructor.

Para esta difícil tarea, debo acudir al evento en donde lo conocí hace casi 40 años, cuando mi buen amigo, Gary Triano, me haría una invitación a una cena privada que le ofrecía al empresario de moda en aquella era, Donald Trump, quien visitaba la ciudad, un evento que cambiaria mi vida.  

Cuando rechazaba la invitación Gary me preguntaba los motivos y le respondía. Porque “he oído” que es muy antipático, presumido y muy bocón. Fue cuando Gary me pregunta “¿no has visto la entrevista a Reggie Jackson cuando le preguntaran si pensaba que Jose Canseco era arrogante?” No, le respondo y prosigue. “Le hacían esa pregunta y así respondía. Si tienes 25 años, mides 1.95, tienes físico de actor de Hollywood, pegas 50 jonrones, produces 130 carreras, un promedio de bateo superior a 300, ganas millones de dolares y, cuando sales del estadio te están esperando cientos de jovencitas que sueñan con él, deberías de ser antipático, es obligación serlo.” 

Me convenció y asistía a una cena de cuatro invitados. Sería el escenario donde se debelaba un Trump completamente alejado de la reputación que le habían creado. Un hombre tranquilo que no monopolizara el micrófono para listar sus atributos, un hombre que escuchaba con genuino interés lo que nosotros exponíamos, un hombre que preguntaba más que dictar una cátedra, de una inteligencia impresionante, muy bien enterado supurando conocimiento. Al enterarse que yo era mexicano, mostraba un gran interés en mi país. Un hombre realmente impresionante. Esa noche, ya de regreso a mi casa, me di cuenta de que había cambiado de forma radical la imagen que tenia de él. Dias después, Gary, al haberse dado cuenta, me decía preguntando “¿te cayó bien no?” 

Pero, sin esperar mi reacción me fusilaba con otra pregunta, “¿sabes por qué?” Sorprendido le respondo, no. Fue cuando él de nuevo asumía la respuesta. “Porque tu y él son muy parecidos.” Ah chingados ¿Cómo está eso? le reviro, y de inmediato responde. “Trump, como tú, es un peleador de barrio y nunca rehúye una buena pelea, si lo atacan, como tú, responde con el doble de la potencia. Como tú, no le importa lo que la gente piense de él y se divierte haciéndolos encabronar. Él es, como tú, un chero gringo. Como tú, no es político, pero, como tú, afirma que los gobiernos han sido la desgracia de la humanidad.” 

“Como tú, no se calla lo que piensa ni lo que siente, y lo expresa de forma agresiva sin preocuparse de crear enemigos ni que lo ataquen. Como tú afirmas de Mexico, él acusa al gobierno de EU de ser una cueva de Ali Baba, pero, no con 40 ladrones, sino miles de ladrones que lo están saqueando en una sociedad de dos partidos y, si no se detiene, llevarán EU a una quiebra peor de la de México. Y, finalmente, como tu afirmas de los potros salvajes, no se deja curar parado.” Sali de esa reunión pensativo. 

También debo acudir al caso de Brandon Straka, un joven homosexual atrapado por el wokkismo que, ante la victoria de Trump en 2o16, caía en una profunda depresión que amenazaba su vida. Encerrado rehusaba recibir a nadie, sin comer ni dormir. Finalmente, aceptaba la visita de una mujer que había sido su niñera, su segunda madre y admiradora de Trump. Pero, al no querer escucharla, decide marcharse, pero, le pide algo. Le suplicaba ver un video que le dejaba y lo hace prometer que lo haría. Después de unos dias cumple la promesa. 

El video era una defensa de Trump ante las diabólicas mentiras de la media. Pero, contenía algo que lo impactaba con fuerza. Mostraba a Trump, supuestamente, burlándose de un periodista discapacitado fingiendo un cruel temblor. Pero, mostraba luego que había sido manipulado, pues, lo que Trump describía era la reacción de unos narcos al ser arrestados en la frontera. Brandon inicia una investigación y comprobaba que Trump no era el monstruo edificado por la media. El resto del video mostraba la forma en que la media vendida creaba tantas falsedades. 

De inmediato abandonaba su depresión y lo invadía un sentimiento mezclado de engaño, culpa e injusticia y, finalizando una profunda introspección, ahora invadido de energía y un nuevo propósito, consigue una cita con el presidente Trump en la que le surgia una gran admiración por ese hombre y una buena amistad entre los dos. Al salir de la reunión afirmaba, “no es posible que la media deshonesta nos engañe de esta forma tan cruel.” 

Pasaba a fundar WalkAway, un movimiento social promoviendo abandonar la política divisiva de la izquierda. Brandon, miembro del Partido Demócrata, acaparó titulares en mayo de 2018 cuando su video fue viral explicando por qué se alejó de la izquierda política. Su movimiento ahora cuenta con más de dos millones de miembros en redes sociales con miles de testimonios de quienes han tomado la misma decisión, el abandonar a los demócratas ya sumidos en su infierno. 

Art Laffer, quien no conocía a Trump, en 2017 recibía invitación para reunirse con él. Laffer acompañado de Steve Moore afirmaría, Trump no nos recitaría una catedra. El pedía opiniones, escuchaba. Si no estaba de acuerdo, nos desafiaba. Al final de la reunión nos sentíamos extrañamente exaltados. Nos habia dado la clara impresión, inusual entre políticos, de que realmente entendía lo que provoca una economía produzca los resultados. Con gran seguridad afirmaba quería terminar con los impuestos asesinos, la burocracia, regulaciones, mandatos, y provocar el mayor crecimiento acelerado posible. 

Y, al abandonar el edificio ambos economistas impresionados, se veían a los ojos, sonreían mientras como un coro celestial decían la misma frase al mismo tiempo. My God, este hombre es real. Con él podemos ser de nuevo ganadores.” Ese es el verdadero Trump que sus odiadores no conocen.

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