Ricardo Valenzuela
“El único hombre que nunca se atreve para no cometer errores es el hombre que nunca hace nada.”
Teddy Roosevelt
Hace muchos años, siendo un joven banquero, en Nueva York visitaba los negocios de uno de los raros buenos e íntegros empresarios llamado Grant Switte. Al penetrar el edificio de su comando me llamaba la atención un letrero que se ubicaba en todos los escritorios de su gente. Y, especialmente llamaba mi atención, porque contenía una sola palabra. No era uno de esos letreros que pretenden encender el entusiasmo estilo Dyer, era un letrero que repetía esa única palabra, DARE, palabra que en español significa atrévete.
Al preguntarle cual era el propósito del letrero que aparecía por todas partes y solo con una palabra, se iniciaría una de las mejores lecciones que he recibido en mi vida y procede. Mira Ricardo, uno de los grandes problemas de los seres humanos, los más destructores no son provocados cuando cometen errores en sus vidas, sino que no hayan cometido más. Porque, en mi opinión, el peor de los temores que inmovilizan a los seres humanos, es el temor de atreverse. Porque quien se atreve a fracasar, también puede lograr la grandeza.Y hay una
gran afirmación de Teddy Roosevelt que lo describe de forma emotiva: “Es mejor
intentar y lograr grandes cosas, alcanzar triunfos gloriosos, aunque en el
camino nos encontremos con el fracaso, que permanecer en las filas de aquellos
pobres espíritus que nunca sufrieron ni gozaron porque nunca abandonaron esa penumbra
donde no se conocen triunfos ni fracasos.”
Al terminar
la frase, habiendo entendido el significado literario, no habia captado algo
que, al tener ese tipo de mensajes nos penetran profundamente. Y fue cuando
Grant procede, uno de los grandes problemas de los seres humanos, no es
ausencia de oportunidades, el no tener suerte de vivir en cierta época de la
vida, el haber nacido en la pobreza. El problema más grande del hombre es que,
sabiendo lo que quiere, el mismo declara su derrota por no atreverse a conducir
su nave hasta perder de vista las luces del puerto seguro, y no apunta hacia
ese mar bravío donde pueda enfrentar grades tormentas, pero también podría encontrar
la isla del tesoro.
Así entendería
que las grandes pérdidas de la humanidad no son producidas por los errores
cometidos, ni por la ineptitud de todos los participantes. Se pierde mucho más
al nunca haber intentado hacer algo ya sea por temor a fracasar, por sentir que
no podemos, al temor de abandonar esa confortable zona de la mediocridad.
Porque no entendemos que para lograr una victoria debemos de atrevernos a
combatir y, si perdemos, sacudirnos la tierra y de nuevo intentar.
Y es cuando
nos acostumbramos a lo que siempre hemos tenido en todas las áreas de la vida,
en el trabajo, en el hogar, en la sociedad y, especialmente a las diferentes
clases de gobierno que tradicionalmente han sido manejados por los mismos
actores. Y, paralizados por ese temor, permitimos y aceptamos que sucedan
acontecimientos que, sin cuestionarlos, van formando esas estructuras que tan
bien describía el filósofo; “la mayoría de los seres humanos van por la vida
sufriendo siempre una silenciosa desesperación.” Y ese tipo de sociedad es
ideal para el establecimiento de las tiranías, no solo para construirlas, sino
mantenerlas para de esa forma establecer la servidumbre humana permanente que
tenemos en gran parte del mundo.
Esa noche,
ya de regreso en mi hotel, pensativo me encerré en mi habitación para
reflexionar la lección que mi amigo Grant me habia obsequiado. De repente entendía
la frase de Margaret Thatcher que, al escucharla hacia unos años, me habia
escandalizado. “Quisiera atestiguar en nuestro reino británico la emergencia de
muchos millonarios y también de muchas quiebras.” Es decir, hablaba de la necesaria
creativa destrucción de los mercados que solo sucede cuando hay empresarios
atrevidos y, sobre todo, son calificados cuando operan los mercados libres de
acuerdo con lo afirmado por Mises.
En la política
debía suceder lo mismo, pero, como la meritocracia de Jefferson ha sido
archivada acompañada por los mercados, la han estado invadiendo para
controlarla totalmente ese tipo de elementos que, en medio de un ambiente de
mediocridad, complicidad y corrupción, operan con gran seguridad por la falta
de vigilancia. Porque, cuando no opera la creativa destrucción de la libertad y
todos son miembros de la misma pandilla de criminales, es cuando los gobiernos
se convierten en la mejor vía de explotación y de saqueo.
Así, un
hombre nacido en Africa, alguien que recientemente ha sido identificado por el
FBI como agente extranjero operando dese su juventud en Chicago, un elemento portador
de un marxismo hasta la medula de sus huesos. Y cortesía de fuerzas oscuras y
de la Kabal fuera llevado a la presidencia de EU para, siguiendo la receta Illuminati,
destruirlo desde su interior. Y como presidente minara sus las fuerzas
militares, atacara a los aliados de EU, ayudara a sus enemigos como ISIS,
otorgara billones de dolares a las causas islámicas a nivel global y, siempre violando
la constitución, había logrado adelantar agresivamente esa destrucción.
Una de las características
que más admiro de Trump, es su atrevimiento Kamikaze para rebelarse contra la
Kabal, contra los políticos tradicionales que se habían convertido en una
sentencia de muerte. Alguien que se atreviera a demostrar que el sentido común,
la experiencia en los bravos océanos de la vida real, es mejor que todas sus
manipuladas teorías, aunque lleguen envueltas con premios Nobel y avaladas en
sus convenciones. Recientemente, Trump me ha llevado a recordar la gran lección
que mi amigo Grant me surtiera con su DARE, pues él nunca habia sido inoculado con
ese fatal entreguismo y todavía mantenía claro el mensaje de asertividad: Es
imposible lograr una gran victoria si no nos atrevemos a combatir en campo abierto.
Así Trump, contra viento y marea sigue tratando de recuperar el país que ha sido secuestrado por el globalismo destructivo y, cuando lo declaraban vencido, con su estilo atrevido y el amor por su país, de nuevo se ha atrevido y siempre seguirá atreviéndose a luchar. Pero, tiene un gran problema, los criminales de Soros en su histeria son todavía más peligrosos, letales y ahora utilizan las jaurías de los jueces vendidos de Soros, además, él solo tiene cuatro años para dejar su tarea concluida. Y necesita mucha ayuda.
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