Ricardo Valenzuela
El llegar a identificar que el gran problema de este mundo con tantas desgracias somos nosotros, seres humanos que hemos sido sujetos a una programación diabólica desde el inicio de la historia, se iniciaba nueva tarea. Al estar en medio de ese proceso, como enviado por la providencia, me llegaba un video de aquel gran ser humano, Facundo Cabral, en uno de sus shows que iniciaba así: “Mi abuelo era un militar muy valiente, no le temía casi a nada. A lo único que temía era a los pendejos, porque son muchos, son tantos que eligen presidente, son tantos que eligen a un pendejo como presidente y caminamos hacia el mudo de pendejos.” Y continuaba su declaración que me impresionaría de manera muy especial.
Veía más claro esa creación de nuestras sociedades que, después de una programación de 2,000 años, hemos alcanzado el nivel mas alto de nuestra pendejés y actuamos en consecuencia. Y complementaba las palabras de Facundo con aquellas de Henry David Thoreau: “La mayoría de los seres humanos van por la vida sufriendo de una cruel y silenciosa desesperación.” Pero, su desesperación en realidad es capitulación, es su resignación consecuencia de siglos de su programación para debilitar su alma. Y, ante esa programación, el individuo que resiste a la expropiación de su alma independiente y combativa, que no se conforma, que no quiere vivir en la manada, que le dicten como vivir, es etiquetado como loco peligroso y peligro a eliminar.
Así hemos vivido en un mundo donde el gran peligro es la pendejes colectiva. La pendejes que ya no se esconde, se exhibe, donde el pensar es abusivo, donde se ha convertido en un sistema, en una religión. Y no es la falta de conocimientos, los tienen, pero, cortesía del supremo dictado, errados. Se ha confundido la ignorancia con una equivocada auto estima y gran resistencia a la verdad. La ignorancia también se confunde con valentía y la maquillan con libertad de expresión. Para ellos el pendejo es el que no acepta sus recetas. Porque ser pendejos es rentable y remplazan la inteligencia con el mito. Porque es más cómodo vivir en el rebaño.
La pendejés moderna es una marca en donde el pensador solitario es el gran enemigo. Así surge el pendejo con armadura protectora pidiendo seguridad, pero, su tolerancia tiene un alto precio, la sumisión inconsciente. Porque el pendejo soberbio es el origen de pasivos infernales, de hipotecas sociales impagables. Y ese pendejo no requiere de hechos, solo que le despierten sentimientos y su pendejes viaja muy rápido. Y el pensar con lógica y con la razón se ha convertido en el gran pecado al no aceptar ser parte de ese rebaño donde todos se felicitan para luego darse patadas en las nalgas.
Se ha construido ese hombre rebaño que nunca cuestiona, porque solo quiere la seguridad de no hacer olas, quiere dirección y se deja cabrestear. Elige creer porque es muy cómodo, porque también le han esclavizado la mente para nunca cuestionar y son los que luego afirman, “no estamos tan mal”, y aceptan lo absurdo porque siempre es compartido y, como son tantos, sienten el aval colectivo de lo perverso. No quieren pensar pues tienen esa gran herramienta de los logaritmos, la multitud de likes y, por supuesto, siempre los alimentan con esos slogans artificiales y consolidan su falsa seguridad.
Ese hombre rebaño que santifica la igualdad, el que mantiene camuflajeada su mediocridad, al que le da flojera pensar porque ya todo se ha pensado y sacrifican al revoltoso que se dedica a pensar, a cuestionar, a señalar sus desacuerdos, tachándolo de problemático y causante de la gran inseguridad y ellos prefieren dormir tranquilos. Esa pendejes es punto clave de la declaración de Nietzsche, Dios ha Muerto, donde no se refería al concepto real de muerte, sino una humanidad que había eliminado a Dios de sus vidas para sustituirlo con su pendejés. Esa pendejes fluyendo de las pantallas de su teléfono, del internet, de las redes sociales, paraíso de los influenciadores, de sus profetas de su mundo falso y superficial, arquitectos de esos edificios con cimientos arenosos presumiendo de sus likes.
Esa muerte a la que se refiere Nietzsche es la que ha logrado nunca surja su famoso ubermensch, ese hombre que representa su versión del héroe amante de su libertad. Ese guerrero que no necesita la autoridad divina para marchar, el que ha decidido caminar solo, que no ha permitido lo seduzca la manada, que le gusta explorar lo desconocido, que no le teme a lo incierto, enfrenta sonriendo los peligros y si en la batalla es herido, sangrando sigue avanzando.
Pero el hombre rebaño es popular, es democrático, repite, aplaude con entusiasmo y crece esa colectividad. Ese es su nuevo dios de la sinrazón, de la superficialidad, el neutralizador del pensamiento profundo, el cuestionador inexistente. La ignorancia se ha convertido en su capital, con sus frases erige su firma, son sus reglas, son los mandamientos de su nueva religión. Los sistemas son especiales para combatir la introspección y el cuestionamiento. Tienen sus nuevos profetas en YouTube, Facebook, Instagram que les evitan el incomodo afán de pensar con inteligencia pues ahora tienen AI.
El hombre que tiene los conocimientos es despreciado, sobre todo, cuando se convierte en espejo de su pendejes cobarde e irresponsable. Los ganadores son los que tienen los algoritmos y miles de likes, pero ese espejo les muestra la tiranía invisible que los controla. Y el proceso ha sido tan exitoso y la pendejes ha triunfado sobre el pensador callado que tratan de neutralizar. Porque, además, los pendejos han empaquetado su producto con diseños de un arte disfrazado, son visuales y vulgares acompañados de sus impulsivos likes, y la seducción de su publicidad visual. Pero, la inteligencia no es visual.
Así ellos, creyendo haber ganado, han sucumbido ante la mediocridad que los gobierna con una nueva escala de valores para premiar a los obedientes, los sumisos, esos que los pegan a los arados y dan las gracias. Pero el hombre de conocimientos es un incendio para ese mundo superficial, es una declaratoria de guerra contra pendejos organizados. Es el que, armado con evidencias claras que ellos no han querido enfrentar, habla del futuro y les tira en su cara la maldad con la que han puesto todo en peligro, y de inmediato lo declaran anormal, loco, porque no lo han podido reclutar. Su lucha no es por el poder, es por su libertad y nunca se derrumba.
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