Ricardo Valenzuela
Hemos edificado
un altar a democracia como la gran panacea de los pueblos. La democracia no es
una virtud en sí misma y menos virtud suprema, tampoco es tan importante como
la libertad, los derechos de propiedad, el libre mercado o un gobierno
estrictamente limitado. La democracia es solo un proceso para seleccionar
gobernantes y políticas gubernamentales. Algo que, si analizamos el mundo
actual, nos daremos cuenta ya no existe o simplemente es selectiva de acuerdo
con las oligarquías globales que, cuando se les arrebata ese poder, explotan situaciones
como la que vive hoy EU.
En EU se las acaba de arrebatar Trump. Y en medio de sus gritos y las tempestades que siempre ha provocado a través de su vida, creo que estamos a punto de atestiguar la madre de todas las tempestades. En su segunda aventura presidencial este hombre está ya rompiendo todos los moldes tradicionales que han regido al mundo y, especialmente, a EU. Y después de la demolición de esos moldes, planea construir una nueva estructura que tiene a muchos sorprendidos, otros confundidos y, en especial, algunos sumergidos en un pánico mezclado con histeria.