¿Llega el fin de la Creatura de Jekyll Island?

 Ricardo Valenzuela

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El problema es que la Constitución de EU prohíbe solamente a los estados imprimir papel sin valor, pero no se lo prohibió al gobierno federal y ahí se iniciaba el calvario por el cual ahora transitamos.

En un escarchado día de noviembre en 1910, en la estación ferroviaria de New Jersey apareció un grupo que llamaba poderosamente la atención por varias motivos, pero, sobre todo, porque abordaban un carro del ferrocarril que era privado. En su interior meseros uniformados trabajaban con diligencia para que todo estuviera listo al abordar sus pasajeros. Todos los carros del convoy se identificaban con números. Pero esos números no se requerían en éste que en el centro de ambos lados solo aparecía un gran letrero; Aldrich.

Donald Aldrich, senador por Rhode Island, era el hombre más poderoso en los círculos políticos de Washington y considerado vocero de los negocios más grandes del país. Tenía una jugosa sociedad con JP Morgan donde mantenía grandes inversiones muy redituables. Su yerno era John D. Rockefeller Jr. y 60 años después, su nieto, Nelson Rockefeller, se convertiría en vicepresidente de EU. Al abordar el carro ya lo esperaba el grupo de los banqueros más poderosos del mundo. Un conjunto que representaba una cuarta parte de la riqueza mundial.  

 

Así se iniciaba el desarrollo de un macabro plan para aprisionar al mundo. Iban supuestamente a cazar patos y viajaban de incognitos. Pero, en realidad, se dirigían a una solitaria isla en las costas de Georgia conocida como Jekyll Island. El propósito de esta convocatoria era estructurar un cartel bancario. El objetivo del cartel sería maximizar ganancias bloqueando la participación de nueva competencia en su campo, controlar el sistema monetario global, y utilizar el poder policiaco del gobierno para el cumplimiento de sus acuerdos. Ahí se dibujaba la estructura del FED, la Creatura de Jekyll Island. Todos los participantes juraron solemnemente guardar el secreto.  

A medida que avanza la administración del presidente Donald Trump y se acerca a la elección del año próximo en la que buscará su reelección, cada vez se presta más atención a ciertas señales que puedan señalar las acciones que pudiera tomar en un posible segundo término, en el cual, sin duda, tendría más capacidad de maniobra, los demócratas ya no podrían extorsionarlo como lo han hecho y le daría una ansiada libertad para ejecutar su agenda.

Una de esas señales fue una larga reunión que tuvo Trump con John Allison, el ex director general del banco BB&T con sede en Winston-Salem, Carolina del Norte —uno de los pocos bancos no afectados con la recesión del 2008— y ex presidente del consejo del grupo de expertos libertarios, The Cato Institute. Un hombre admirado en todos los círculos de negocios. Si bien no está claro para qué se podría estar considerando a Allison, ha habido rumores de que su futuro pueda estar como Presidente del FED, “la creatura de Jekyll Island”.

Esta reunión es interesante dado que, en declaraciones de Trump durante su campaña electoral, agresivamente cuestionara el futuro de la independencia política de la Reserva Federal y seguido comenta el regreso del dólar al patrón oro. Sin embargo, Allison con su retórica lo dice más claro. Mientras lideraba el Instituto Cato, la más prestigiada organización libertaria de EU, Allison publicó un documento en apoyo de la abolición total del Fed y lo describía de esta forma:

"Me desharía de la Reserva Federal porque la volatilidad en la economía siempre es causada por ese organismo Federal", escribió Allison en un artículo de 2014 para Cato Journal. También afirmaba que “permitir que el mercado se regule a sí mismo sería preferible a que el FED perjudique la estabilidad del sistema financiero. Cuando cambia radicalmente la oferta monetaria, distorsiona las tasas de interés, regula en exceso el sector financiero, dificulta el cálculo económico racional. Los mercados forman burbujas, pero el FED, en lugar de auxiliar, siempre las empeora". En el mismo documento, también sugirió que los Estados Unidos con urgencia deberían regresar a un sistema monetario respaldado por "un estándar de mercado como el oro".

Cuando vemos el caos monetario global —la pérdida de valor, colapso de instituciones financieras— deberíamos preguntar: ¿Por qué hemos llegado a esto y cómo se puede resolver? Un buen punto de partida debería ser la constitución en su Artículo I: “El congreso tendrá el poder para contratar deuda, de acuñar moneda, regular su valor, fijar un estándar de pesas y medidas y establecer penas por su falsificación. Los estados no podrán acuñar moneda, emitir notas de crédito, y deberán establecer el oro o la plata como único medio de pago”. Es decir, al congreso se le dio el poder de acuñar moneda, no el poder para imprimirla. El acuñar moneda significa estampar piezas de metal para uso de medios de pago de acuerdo con los estándares de valor fijado. Emitir notas significa imprimir papel (pagarés) sin estar respaldados por algo de verdadero valor.

El problema es que la constitución de EU prohíbe solamente a los estados imprimir papel sin valor, pero no se lo prohibió al gobierno federal y ahí se iniciaba el calvario por el cual ahora transitamos. En estos momentos, si los dólares que circularan por todo el mundo regresaran a EU, el país naufragaría como un buque cargado con más peso de lo que puede soportar. Pero esa es el arma más poderosa que utiliza el estado profundo global para controlar la economía mundial. Sin embargo, este sistema, al igual que la iglesia católica durante el siglo 11 envejeciera, se ha vuelto no solo el gran problema mundial sino una herramienta obsoleta que solo sirve intereses especiales y Trump lo tiene muy claro.

Estas reuniones se interpretan como la preparación para una verdadera revolución monetaria y rescatar al mundo de las tinieblas que, desde el nacimiento del FED en 1913, lo han arropado con un negro manto de manipulaciones y saqueos. La cura rápida para la crisis financiera global sería eliminar la Reserva Federal y luego pasar a derogar la tóxica ley llamada Dodd-Frank, que solo ha sido un paso hacia el estatismo que busca dirigir la economía a través de controlar la asignación de crédito y capital. Expande los poderes del FED y de los reguladores bancarios. A las instituciones que causan todas las crisis les otorga poderes más grandes para continuar con su destrucción.

Una mancuerna Trump-Allison se daría a establecer esas medidas para abrir las compuertas de una verdadera prosperidad mundial, conscientes de que las medidas temerarias que toma Trump, que otros nunca se atrevieran, y algunas en contra del estado profundo mundial, seguirán causando temblores tal vez más potentes que los que ha causado.

Un sistema monetario y bancario Laissez-faire basado en la premisa de que el mercado puede asignar los recursos mejor que el gobierno, y como no hay diferencia en la forma de surtir el dinero y servicios bancarios en relación al de otros bienes y servicios, no requiere la intrusión del gobierno. Si esto se combina con la tecnología de pagos y dinero electrónico, ya en desarrollo por firmas privadas, puede remplazar las emisiones gubernamentales de papel y una banca Laissez-faire podría emerger de forma endógena de la tecnología.

Este podría ser el legado más importante de Trump.

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