Ricardo Valenzuela
Leer de
nuevo a Espinoza, ya no como una obligación impuesta por mi padre, ha sido una
experiencia celestial que me abre sendas que nunca había conocido, las intuía, pero
no podía responder mis interrogantes. Las sagradas escrituras siempre me habían
parecido fábulas que se nos presentaban con la obligación para aceptarlas como
un acto de fe. La geometría me parecía la ciencia mas certera para la demostración
de atrevidas afirmaciones, no suficiente para aceptar las instrucciones de obras tan
peleadas con la razón.
Solo mi regreso a Espinoza me ha permitido algo que siempre me había hecho falta, la conexión entre la “realidad” y algo que solamente portando gran intuición se podría considerar. La verdad de Espinoza que tanto fascinara a Einstein está contenida en su atrevida magna obra “Ética”, que en la era del filósofo se convertiría en obra prohibida. Pero, para medir la potencia de sus ideas, debemos leer el texto con el que fue excomulgado donde se encuentra parte de la respuesta. Un texto que, contrario a lo que muchos interpretaron, no emanaba odio hacía Espinoza, lo que realmente emanaba era un incontrolable temor de sus ideas jamás visto.
Con unos años más a cuestas, leer y entender estas revolucionarias ideas, puedo claramente ver su realidad y, sobre todo, identificar algunos hombres que, en mi opinión, gran parte de sus estructuras intelectuales—espirituales emergiendo en pensamientos y acciones los ha hecho especiales. Einstein, Hawkins, Steve Jobs, Elon Musk. Hombres que, admirando a Einstein, habían entendido bien su famosa afirmación: “Dios no juega dados con el universo.” Algo tan familiar y al mismo tiempo evasiva como su ecuación E=mc2. Se refería a la gran resistencia ante un pensamiento con claros tientes de liberación que provocaba el horror de la iglesia.
Su magna obra, Ética, para leerla y entenderla requería de una audacia intelectual que muy pocos tienen. Esos que mostraban horror ante tal “herejía”, calificativo que le dieran en el siglo 17, provocaba también una pregunta. ¿Como era posible que ideas y eventos tan alejados de la lógica que contienen las sagradas escrituras sean tan aceptadas, mientras que las informaciones matemáticas en la obra de Espinoza se rechazaban con horror? Ideas que habían rescatado una mente como la de Hawkins del ateísmo y modificarían su vida. ¿Que podría suceder si sus ecuaciones no fueran el camino, sino el destino? Un universo como la gran computadora y su programador.
Una inteligencia infinita que se manifiesta a través de ecuaciones matemáticas que podemos comprobar a través de la física cuántica, o la misma teoría de relatividad de Einstein. El día de su descubrimiento Hawkins escribía un documento pidiendo disculpas a Espinoza porque, a cierto punto de su vida, había afirmado que Dios era innecesario y reconocía se había equivocado. Seguía, Dios no fue el creador del universo, Dios es ese universo, porque Dios y la naturaleza era lo mismo y lo expresaba llorando. El gran científico ateo que negara a Dios aceptaba la comunión de la ciencia y el espíritu en un acto de iluminación y de expansión de su consciencia.
Para mí era la solución de lo que siempre me hubiera provocado tantas dudas y confusiones. Ya no tendría que ciegamente aceptar todos los mandatos de la iglesia. Científicamente se provocaba una gran revelación teológica. Los globalistas se habían adueñado de la tecnología para someter al mundo. Pero, esa tecnología nos podía revelar las verdades para eliminar tantas dudas, solo abriendo nuestros corazones a la naturaleza de Dios que es la única verdad.
En la secundaria y preparatoria nos enseñaban matemáticas, estadísticas, con el mensaje subliminal que eran solo para quienes serían ingenieros. Era lo que necesitaban para construir edificios, puentes, presas, por lo que, para quienes no queríamos ser ingenieros, decidíamos que para nosotros no tendría aplicaciones. Jamás imaginamos que podría llegar el día en que se terminara la guerra entre religión y ciencia y emergería la Teoría del Todo. Que a futuro la ciencia y el misticismo se podrían fusionar. Tampoco imaginamos que de los primeros contactos nacería la temperatura espiritual.
Los científicos, guiados por Espinoza, aceptaran la necesidad de realmente entender la naturaleza como manifestación de Dios. Que Espinoza, además de pulir lentes para los que necesitaban afinar su visión física, que era su profesión, también se dedicaba a pulir la visión espiritual de la miopía religiosa al mismo tiempo que desarrollaba el Racionalismo Moderno. La libertad de pensamiento era esencial para el desarrollo de las sociedades. Su concepción de Dios fue siempre incomprendida. Pero, hoy día, ha surgido el movimiento para entender lo que afirmaba; dios es todo, sin dios nada. Las leyes del universo son las leyes de Dios.
La plataforma intelectual espiritual de Espinoza era algo tan lleno de una sabiduria tan profunda y diferente, un conocimiento con lo que mezclaba moral, ética, psicología que, erróneamente pensamos habia sido malentendido. Todo lo contrario, sus ideas eran entendidas y eran sumamente peligrosas para el control de la iglesia, ideas siempre basadas en el entendimiento verdadero y hasta en ecuaciones científicas. Proceso activo para lograr el verdadero conocimiento para así actuar con la razón y llegar a conocer la substancia divina que además en la única e infinita, la causa de todo lo que vemos en el universo, Dios.
Spinoza creía que Dios es “la suma de las leyes naturales y físicas del universo y ciertamente no una entidad o creador individual”. Y quienes lo descubren y lo entienden son los que pueden conjugar sus nuevas tecnologías en sus negocios iluminados por lo que finalmente habrían encontrado. La gran masa de la humanidad actúan en su ignorancia. Los comerciante que entendieran las fuerzas del mercado, triunfarían sin esa necesidad de sociedades inmorales con gobiernos. Esos serian los verdaderos milagros tangibles y probados.
El secreto ha sido el actuar de acuerdo con las ecuaciones que les abrirían las puertas de esos logros increíbles, porque esas ecuaciones son parte de la divinidad de dios. Si dios es la naturaleza, se debería entender esas fuerzas de la ley natural. Ellos habían logrado entender los secretos de la conexión de lo mundano con lo divino. Y la única suerte, el único subsidio, la única libertad que se necesita para ese ramillete es la gracia del dios universal y su ley natural. El amor intelectual de Dios.
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