Ricardo Valenzuela
El día de ayer, al llegar el presidente Trump a la sede de las Naciones Unidas sucedió algo increíble y, debo repetir, increíble que esto suceda en el supuesto altar de todas las naciones del mundo. Al tomar la escalera eléctrica en el lobby del edificio, misteriosamente su maquinaria se detuvo ante la atónita mirada del equipo que lo acompañaba. Pero, si eso no fuera suficiente, cuando se disponía a iniciar su mensaje a la asamblea, ahora sería el monitor que tampoco funcionara. De nuevo ratifico lo increíble de un par de acciones desesperadas demasiado obvias,
Porque, esos incidentes que, sin duda, son preocupantes, para mí son un mensaje similar al de don Quijote dirigido a su escudero: “Si los perros ladran mi querido Sancho, es señal que avanzamos hacia nuestro destino.” Pero, que le haya sucedido al presidente de la nación que hace las aportaciones más grandes para es nido de burócratas socialistas propiedad del Nuevo Orden Mundial, es porque ya están sintiendo el filoso machete de Trump apuntando a todo lo perverso que representan. Están ya invadidos por ese virus.