Ricardo Valenzuela
Era el inicio de la década de los 80s y, después de haber renunciado a la dirección general de Banpacifico en Guadalajara, con mi familia ya en EU estaba solo en mi casa organizando mi retiro de la ciudad. De repente me tocaban la puerta y, con sorpresa, me encuentro con Miguel Felix Gallardo y Tomas Valle como esos visitantes no anunciados. Felix Gallardo era el presidente de la Federación que agrupaba a todos las familias de narcotraficantes operando en Mexico. Tomas Valle era el gerente de la oficina del banco en esa zona residencial.
Con cierta inquietud en su cara Felix Gallardo me pregunta ¿es cierto que renunciaste al banco? Mi conexión con él era ya de unos tres años cuando, por gestión de Tomas Valle, aceptaba una invitación a una comida sin saber quien era. En los siguientes años lo vería esporádicamente porque, como me lo dijera esa primera vez, le habia caído bien porque, como él, era norteño. Además, coincidíamos en nuestros gustos por las armas antiguas, las motos y los caballos. Y su actividad todavía no había alcanzado los niveles de los siguientes años.
Le respondo afirmativamente y, después de tratar de identificar la causa que podría ser problemática, entendía mi silencio y, a su estilo, después de preguntarme por mis planes, antes de responderle me afirma preguntando. “Porque no te vienes a trabajar conmigo, nada cochino, me podrías manejar las finanzas de los negocios que estoy adquiriendo, además, los manejos de mis dineros personales con la creatividad que tienes.” Pasaba a mencionar la “explosiva cantidad” que estaría dispuesto a pagarme.