Ricardo Valenzuela
Ayer tuve un día realmente agradable provocado por una larga conversación que tuve con mi sobrino, Pancho Burquez Valenzuela, en la cual largamente hablamos de todo lo que está llevando a cabo el presidente de EU, Donald Trump, que, como siempre ha sucedido, la mayoría de la gente no ha podido o no quiere entender. Pero, Pancho la entiende muy bien, la conoce con profundidad y, con su gran sentido común, tan escaso en todo el mundo, admira la justa del presidente cuando le agrega detalles que quería discutir conmigo.
El conoce bien mi historia que, desde aquella aparición de Trump en la escalera del lobby en su edificio de Manhattan para anunciar su intención de ser presidente, primero me sorprendió, después me invadiría el pensamiento que me decía era un soñador. Porque él nunca habia participado en política. Ello le haría simplemente imposible invadir esa selva impenetrable residencia de las fieras mas asesinas de la naturaleza. Para él, pensaba yo, sería imposible conseguir la nominación republicana entre especies caníbales como los Bush y toda una serie de vividores del estado.
Pero, ante
la furia de todo el establecimiento republicano, sorprendía logrando lo que parecía
imposible, su nominación. Se convertía en el candidato foráneo provocando el
cimbrar ese club de Tobi tan exclusivo. Pero, aun así, me parecía que, ante la
maquinaria política mas poderosa en aquellos dias, los Clinton, lo único que podría
conseguir era hacer el ridículo frente a Hillary. Una mujer realmente diabólica,
sin escrúpulos, quien, para lograr su sueño, no repararía en hacer lo
necesario. Además, Obama habia tejido su red marxista aprisionando a todo el
país moldeando al partido demócrata, pues ya no era el partido de Kennedy, era
propiedad del nuevo grupo.
En esos momentos yo iniciaría un humilde esfuerzo de apoyo a la cruzada de Trump, ante infinidad de gente que, no solo se burlaban de mis acciones, me tachaban de loco que, ante una realidad tan clara, perdía el juicio creyendo en lo imposible. Sin embargo, mis acciones no era algo emergiendo a base de sentimientos nobles ni corazonadas. Conocía a Trump. Me habia llamado la atención, primero, el agresivo rechazo y los ataques explotando del establecimiento republicano que lo combatían como a su peor enemigo, especialmente de parte del poderoso grupo de los Bush, Cheney y derivados.
Sin
embargo, segundo, me llamaba más la atención lo que emergía del comando demócrata.
Una mezcla de total seguridad de lograr su propósito. Pero, al mismo tiempo,
iniciaban la operación de sus trucos como espionaje, sus mentiras, inusual
agresividad de la prensa que ellos controlaban totalmente. Fue cuando me di
cuenta de que ambos ejércitos, demócratas y republicanos, estaban igualmente
preocupados y jugando sucio. Ello me indicaba que habia algo más que el simple
nerviosismo natural de los contendientes que los ataca antes del combate. Era
una histeria general que debía buscar lo que la estaba provocando.
Con la dirección
de un hombre sabio como Victor Davis Hanson, me di cuenta de que la campaña de
Trump se estaba desarrollando totalmente alejada de lo que siempre habia sido
lo tradicional para ambos partidos, confiando en otras fuerzas. Trump regresaba
a lo que fuera original enfocando su esfuerzo a ese gigante dormido, ignorado y
abusado, la clase media trabajadora. Esos millones de americanos que se
identificaban con ese hombre olvidado. Esos que habían sucumbido con las
recetas de Kissinger ordenadas por la Comision Trilateral de Rockefeller,
avanzando su Nuevo Orden Mundial, y los sacrificaban pensando los habían domesticado.
Trump estaba emanando una atracción en los estados rojos porque precisamente
él no lucía presidencial, pero, además, estaban seguros él podría ser el gran
secreto para lograr cambios de posiciones ancestrales en política doméstica e
internacional—porque estaba redescubriendo la clase media “populista” oculta
frente a la nariz de demócratas y republicanos. Era el primer candidato republicano
de la historia aspirando la presidencia que estaba penetrando el monopolio de
los demócratas de las clases medias, porque se identificaba con ellos, no con esos
que los habían abusado.
Y no solo en términos de su estilo diferente y su ortodoxia en la
atención de temas como comercio, globalización, o inmigración ilegal, que los
verdugos estaban acomodando en su favor. Sino también a través de sus injurias
enviaba un gran número de mensajes subliminales e implícitos que pocos
entendieron. Él quería ganar, no perder como Romney y pedir disculpas. La
comandancia Clinton jamás se atrevió a considerar que, según ellos, esta clase
de barbaján los podía derrotar. No era posible, ellos tenían todas las
palancas. Cuando menos eso era lo que fielmente creían.
En la comandancia de los verdugos, estaban convencidos de que Trump
sembraba en campos secos ya improductivos, y nunca podría lograr algo relevante.
Pero, trabajadores de fábricas, mineros, leñadores, vaqueros, habían sido los
baluartes tradicionales de miles de comunidades americanas. La pérdida de su
medio vital cuando al mismo tiempo sus productos eran altamente demandados—era
una receta para el suicidio cultural de gente desesperada. Habían sido
sacrificados por las nuevas reglas del globalismo, porque, según sus verdugos,
eran necesario para lograr EU fuera otra Union Europea.
Y al
avanzar se conectaba con los votantes olvidados
en una forma que los políticos habían abandonado— Sin embargo, a pesar de los ataques, para sus
partidarios era un campeón a la distancia que podía iniciar un ataque en su
nombre, contra quienes ellos aprendieron a despreciar. El atestiguar el cinismo,
ese abuso, esa destrucción y tanta gente buena desesperada, me abrió los ojos
ante una realidad que no conocía. En esos momentos claramente pude entender el
que Donald Trump fuera ese gran peligro para, no solo el establishment de EU,
sino para el de todo el mundo.
Y sucedió el milagro, contra viento y marea, contra sus espionajes, contra todos los ataques de una estructura gubernamental podrida y, en especial, de los ataques de su sistema judicial y sus organizaciones de inteligencia locales y extranjeras, Trump ganaba la presidencia del 2016. De esa forma, su peligrosidad se elevaba a niveles verdaderamente preocupantes porque, ya habia expresado, ahora se preparaba apuntando a su blanco que sería global. Por eso, en estos momentos el mundo se cimbra porque su marcha avanza.
No comments:
Post a Comment