Ricardo Valenzuela
La más grande de sus Ciudades-Estado, Atenas, fue el escenario en que se habia sacrificado a Sócrates por estar corrompiendo a la juventud con sus preguntas incesantes. Los invito a conocer esta historia. Una faceta clave de la vida política Griega que consistía ciudades-estados manejadas por una oligarquia privilegiada de terratenientes. La mayoría de la población eran esclavos, conscientes e inconscientes, o residentes foráneos.
Con esta breve visión nos daremos cuenta las ideas de Platon y Aristóteles, base y cimiento de la cultura occidental, no fueron precisamente orientadas a la libertad como tanto se ha pensado. Eran ideas rebeldes expresadas tibiamente como crítica de las condiciones tradicionales de explotación de las clases bajas, por parte de sus lideres y cortesanos. Pero, en aspectos económicos, no solo estaban ausentes, eran solo la aceptación de las que ya habia establecido. Políticas con todo el poder de la Poli como única responsable para la conducción de la sociedad.
En el sueño socialista de Platon, la Poli debería estar bajo el control de sabios filósofos con poder absoluto. Bajo los filósofos deberían operar los guardianes-soldados cuya responsabilidad era mantener una vigilancia social y, en especial, repeler otras ciudades-estado defendiendo los grandes territorios de la Poli ante agresiones extranjeras. Bajo los guardianes estaba el cuerpo social de la gente y los despreciados productores; jornaleros, campesinos y comerciantes que producían los bienes materiales de los cuales los dos grupos anteriores deberían vivir.
Estas tres clases, supuestamente reflejaban un inestable y pernicioso regazo, si alguna vez hubo alguno: la regla adecuada para el manejo del alma de cada ser humano. Para Platon, cada ser humano se dividía en tres partes: una que ferozmente deseaba, otra que combatía y finalmente la que pensaba, coordinando la adecuada herramienta de una regla jerárquica en el interior del alma donde, supuestamente, la primera era la razón, luego el combate, y finalmente lo mas bajo, el pernicioso deseo.
Las dos clases dominantes, los pensadores y los guardianes, eran los únicos valiosos en el Estado ideal de Platon, con la libertad de ejercer la fuerza para establecer una vida bajo un comunismo puro. No debería existir la propiedad privada ni siquiera entre las elites; todo debería ser propiedad comunal, incluidas las mujeres y los niños. Las elites eran forzadas a vivir juntas compartiendo hasta la comida. Puesto que, para Platon el dinero y posesiones privadas corrompían la virtud, deberían ser prohibidos inclusive a las clases superiores.
Los matrimonios deberían ser arreglados por la Poli designando a los participantes. Puesto que era un procedimiento especial acorde a un proyecto científico de apareamiento conocido como animal husbandry—ganadería humana. Si alguno de los miembros del experimento no era feliz en su matrimonio, deberían entender que su felicidad personal no tenía significado comparado con la felicidad de la Poli. Un concepto nebuloso aun para aquella era y los dictados de Platon en su realidad esencial de ideas, eran ridículas comparadas con comunidades donde su vida era libremente escogida por los individuos.
Pero, increíblemente, en su ruta hacia la construcción de su clásica apología para el totalitarismo, Platon sin pretenderlo haría una genuina contribución a la ciencia económica, por ser el primero en exponer la importancia de la división del trabajo en la sociedad. Puesto que, su filosofía social se basaba en la necesidad de separación de clases, Platon demostraba que esa clase de especialización se basa en la naturaleza humana clásica, en especial su diversidad y su inequidad. Platon citaba a Sócrates en su República afirmando la especialización emerge porque “no todos somos iguales” y nos debemos ubicar a diferentes ocupaciones.
Así, los hombres al producir diferentes cosas, los productos de forma natural serían intercambiados y la especialización daría vida al comercio. Platon también afirmaría que la división del trabajo incrementaría la producción. Y, sorpresa, él no veía problema en que moralmente se calificaran las diferentes ocupaciones, por supuesto, a la filosofía le daría la calificación más alta, pero, el trabajo y el comercio todavía los consideraría innobles.
El uso del oro y plata se incrementaría con la invención de la acuñación de monedas en Lydia a inicios del siglo 7 AC, y esa acuñación muy pronto llegaría a Grecia. Pero manteniendo su desprecio por ganar dinero en comercio y la propiedad privada fuera de los cofres imperiales. Platon seria el primer sabio en denunciar la maldad del oro y plata.
Era claro que Platon despreciaba al oro y plata porque era en detrimento de las monedas internacionales aceptadas por la gente. Y como esos metales preciosos eran universalmente aceptados y existían fuera de las impresiones del gobierno, constituían una amenaza para la regulación económica y moral de la Poli que dictaban y calificaban los filósofos sabios. Por eso, pediría que los gobiernos establecieran la divisa de papel, grandes multas a la importación de oro, y la cancelación de la ciudadanía a quienes manejando ese dinero ajeno.
Y de todas las características de la utopía que tanto habria buscado Platón es que, para permanecer congelada y controlada, debería mantenerse siempre estática y cerrada. Eso significaba el no permitir cambios, innovación, ni crecimiento económico. Lo mismo que se practica hoy día.
Platon se anticipaba a los intelectuales de hoy día fruñendo el ceño ante el crecimiento económico y, por las mismas razones del temor de colapsar la dominación del estado controlado por las mismas elites. El problema del crecimiento poblacional es difícil de congelar en una sociedad estática. Por lo tanto, Platón, con bastante “coherencia,” abogó por congelar el tamaño de la población de la ciudad-estado, limitando el número de sus ciudadanos a 5.000 familias de terratenientes agrícolas.
Le damos premio nobel de filosofía, pero nunca el de economía.
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