VERDADERO MENSAJE DEL ANTICRISTO DE NIETZSCHE

Ricardo Valenzuela

Reseña El anticristo - Friedrich Nietzsche - Corvooks - YouTube 

Montado ya en la ola otoñal con mis inquietudes más refinadas, decidí reanudar mis exploraciones filosóficas que, años atrás, fueran encendidas por Schopenhauer y ahora me provocaba pensar era hora de abrir el abanico de mi búsqueda. Ello me llevaría hacia el filosófo más controversial de la historia, Nietzsche. Desde mi primer encuentro con él, me provocaría un ansia de seguir adelante puesto que, su salvajismo y agresividad, me atraería de forma especial con lo cual me sentí identificado. 

Y al avanzar en esa ruta me encontré con su controversial libro “El Anticristo,” y lo primero que me causaría fue una combinación de peligro y curiosidad. Después de actuar como juez en la lucha de esos guerreros, reconocí había triunfado la curiosidad y, aun cargando el viejo esquema establecido que me gritaba vas a pecar, inquieto decidí iniciar su lectura de lo que pensé debía ser un diabólico manifiesto. Sin embargo, se convertiría en una de las revelaciones más importantes de mi vida. 

De inmediato me di cuenta no era un ataque a Dios. Era un potente ataque al cristianismo que lo desnudaba. Tampoco era un ataque a Jesus a quien Nietzsche confesaba admirar como el hombre más sabio y espiritual que apareciera sobre la faz de la tierra, que, con sus conductas y mensajes de amor, de la verdadera liberación, el cristianismo los manipularía. Mientras que Jesus afirmara; “no juzguéis para no ser juzgado,” es lo que siempre ha hecho la iglesia con sus amenazas y castigos.

Nietzsche afirmaba que los mandatos de la iglesia han provocado tengamos miedo a vivir. El cristianismo ha crucificado a la humanidad como lo hicieron con Jesus, no por el divino sacrificio para salvarnos, sino por el castigo cuando tratar de liberarnos, y esta cruz la humanidad la ha cargado toda su vida. Entendí su libro era para despertar los instintos de la bestia para sanarla. Nos enseñaron a separar cuerpo y alma, pero el alma (conciencia) necesita escapes, es un fuego que quiere salir y si se acumula, siempre explota. 

Al alma necesita sentir, retozar, liberar presiones, y ese liberar es parte del crecimiento. Somos animales con alma y debemos encontrar la verdad de nuestro cautiverio. Debemos mirar hacia nuestro interior para soltar al animal, desobedecer para conciliar nuestra estructura animal y el alma. El instinto siempre está presente y, si lo reprimimos, explotará manifestándose en enfermedades del cuerpo y otras conductas destructivas. Ese instinto debe ser la fuerza transformadora que tanto han temido los amos. Pero nos quieren como niños bien portados sentaditos y sin hablar.  

Con toda la información de las verdades históricas, Nietzsche afirmaba que el verdadero fundador del cristianismo había sido Pablo y así establecer una iglesia para esclavos. Y, para darle fuerza a esa expropiación de la verdad, manipularían la figura de Jesus a quien Nietzsche describiría como el único cristiano de la historia. Así, Jesus, el hombre divino que debería ser la luz ante la ignorancia, que nos debería de guiar porque él representaba la verdadera virtud, su historia fue manipulada. 

El Anticristo delata la obediencia para continuar siendo esclavos. Y el antídoto que el señalaba era lo que definía como Voluntad de Poder. Esa autotrascendencia, un ir más allá de sí mismo, esa tendencia al desarrollo, la que conquista lo que queremos. Por eso la denuncia del abandono de las virtudes que Nietzsche grita desde el fondo del alma, su libro es sin duda agresivo, asertivo y muy directo. Ataca la compasión como valor moral, las cadenas conque nos controlan. Es una declaración de guerra contra la esclavitud espiritual. Nos expropiaron el instinto y con facilidad nos dictaron nuevas reglas que, lejos de ayudarnos, nos limitan con un saboteo espiritual. 

Jesus nunca estableció la promesa del más allá para que viviéramos de rodillas esperando el premio. Tampoco nos aconsejaba sufrir y llorar en este mundo terrenal, que lo desaprovecharíamos por esa carga de culpa y miedo que lo único que produciría fueran fantasmas reprimidos. Que asumiéramos fe, esperanza y caridad como la partitura de la sinfonía de los esclavos. Tampoco fuera el creador de esa sala de espera para, con el sufrimiento, nos habríamos ganado el premio en el torneo de la ignorancia de los civilizados. La civilización, lejos de elevarnos, nos ha oprimido para ser dóciles, conformistas, mediocres y apagados. 

Y arremetía afirmando el cristianismo fabrica al pecador, no lo redime, lo intoxica, no libera, lo encadena y lo domina. Una fuerza que ha logrado la transvaloración de los verdaderos valores. En la antigüedad se valoraba la fuerza, el triunfo, la libertad, los instintos naturales que, lejos de reprimirlos, se debian controlar con una gran fuerza de voluntad, y bien utilizados serian fuerza celestial como lo señalaran los griegos que los dirigían al arte. Esa fuerza que personificaba Dionisio el dios del vino y de la vida. Nos han asesinado la voz interior de los instintos y la naturaleza, el instinto de poder lograr un mundo donde la verdadera naturaleza del hombre libre sea preponderante. 

Nos han expropiado esa fuerza irracional que se encuentra en todos los individuos que se puede canalizar hacia diferentes fines. Nietzsche exploró la idea de la voluntad de poder a lo largo de su carrera, categorizándola en varios puntos como un principio psicológico, biológico o metafísico. Por esta razón, la voluntad de poder es también una de las ideas más combatidas de Nietzsche porque representa el rescatar los poderes extraviados de los seres humanos, la chispa interna que tenemos apagada y podríamos encenderla para nuestra liberación. 

Nietzsche, después de sus ataques proponía una batalla para establecer nuevos valores. Una batalla similar a la del personaje del programa de TV Seinfeld, George, que, al aceptar su vida era un fracaso, decidía su estrategia debería ser todo lo contrario que la habia cincelado. Nuevos valores donde el dolor, el sufrimiento, la pobreza no fueran virtud, ni el resentimiento fuera la fuerza de tanta gente, sino una donde se enfrentara el dolor en un proceso para resolver las causas y crecer, ya no escondernos detrás de reglas opresoras. 

Una religión para los que eligieran caminar sin muletas, sin escuchar el cencerro de la caponera. De gente que no acepta culpas ajenas y no se disculpa, donde se recupere el valor de los instintos naturales y el mensaje de Jesus.      

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