Ricardo Valenzuela
Gran sorpresa mundial ha causado el arribo del marxismo a Nueva York, pero, para mí no ha sido nada sorpresivo, es más, ni siquiera ha sido la primera vez que Marx invade esta capital mundial financiera. En 1910, en un diario de esa época, se publicó una caricatura de un Karl Marx en la calle de Wall Street rodeado por JP Morgan, John Rockefeller, Teddy Roosevelt y otros grandes capitalistas dándole la bienvenida.
Porque desde que tengo uso de razón, siempre se me ha criticado por lo que se etiquetaba pensar puras pendejadas y, por más agresiones que sufriera esa mala maña, nunca pudieron lograr el 100% de mi abandono de esas pendejadas. Años después, me daría cuenta de que es algo que se ha practicado desde el inicio de la humanidad. Un deporte que se practicaría por diferentes motivos e intenciones—el combatir a la gente que no piense de acuerdo con ciertos patrones dictados por la fuerza.
Durante la edad media, el 90% de la gente no sabía leer ni escribir, pero, en lugar de impulsar ese aprendizaje, se daban a combatirlo y, el monopolio de la enseñanza, ya lo tenía la iglesia con sus monjes como únicos propietarios. Cuando los españoles conquistaran el nuevo mundo, cuidarían que los indígenas no aprendieran esa magia, la estrategia para controlarlos. La Sagrada Inquisición, por los mismos motivos, llegarían a quemar vivos a quienes pensaban demasiado como Spinoza, Copérnico, Jordano Bruno por sus peligrosas prácticas de pensar.
Pero, el haber sido aquel niño pensando pendejadas, en el largo plazo me redituaría cosas muy valiosas. Pues en los castillos imaginarios de mis pensamientos y curiosidad, me daría cuenta de que, la excelencia, la productividad, las rutas hacia la grandeza, sin incluirme, siempre se habían combatido y se siguen combatiendo, y me ha respondido a varias preguntas de este tiempo que vivimos. ¿Cómo es posible se haya permitido un troglodita como Maduro se ría del mundo, una pandilla de nuevos criminales se ha adueñado de México, que Europa haya sido invadida por terroristas, que uno de ellos, Obama, llegara a la presidencia de EU para destruirlo?
Una humanidad que todavía crea en el marxismo ante sus estrepitosos fracasos. Un criminal del calibre de Soros esté destruyendo este pais siendo su residente y, lo mas increíble, lo esté logrando con el dinero de sus habitantes. Y veo una humanidad, no constructora, sino destructora, cada día más ignorante, ciega, tan ignorante, inmoral, única ante la destrucción de lo poco bueno. Pero, todavía más increíble, un rebaño siguiendo al criminal flautista que los lleva hacia el abismo y nadie se de cuenta. Pero yo sí, aunque me sigan etiquetando de pensar pendejadas.
Me extraña el que ahora haya tantos sorprendidos ante la elección de alcalde de Nueva York a un musulmán, marxista, extranjero. Y, lo eligieron seducidos con la receta para su destrucción. No se dan cuenta, es el resultado de lo que Obama, con la orden de sus manos, preparara el terreno para este gran logro. Porque se olvidaron de las palabras de Jefferson; “el precio de la libertad es su eterna vigilancia.” El de Paine; “la tarea más importante de los patriotas es defender su país de los gobiernos.”
Pero, sin tratar de excusarlos, yo veo que la tendencia mundial para controlar a la humanidad, un acuerdo especial que se estableciera entre sus verdugos para destruir a EU, por el mal ejemplo de su libertad, su republicanismo, no entregado a la democracia de los rebaños, sino a su individualismo, parece estar feneciendo. Y está feneciendo porque finalmente han caído víctima de esa gran programación que ha castrado a las sociedades del mundo y, el famoso ubermensch, el superhombre que tanto elevara Nietzsche, finalmente lo asesinaron.
Aquel hombre que no se puede comprar ni manipular porque tiene una grandeza interior. El hombre que camina solo porque no necesita el ruido de la sociedad ya sometida. No necesita aprobación ni aplausos. Una roca en las arenas movedizas. Es la gran amenaza para el sistema que rechaza, no sigue las modas artificiales creando necesidades falsas. Es el que siente no necesita algo y su verdadera libertad es interna. La máxima representación de individualidad y libertad RIP.
Pero, para combatirlo, utilizaron programación de tantos años para darle vida al hombre rebaño. Ese que nunca cuestiona, el que solo quiere seguridad, dirección, pues se siente incompetente. Esos que eligen creer porque es más cómodo, aceptar la esclavitud de la mente sin argumentar. Ese que busca igualdad para que todos sean mediocres, el hombre que no quiere pensar solo seguir el ruido del cencerro, el que repite y aplaude. Su nuevo dios es este nuevo mundo irrazonable, de lo superficial.
Y el gran triunfo de esas fuerzas oscuras, fue cuando identificaran el poder más grande del hombre. Lo que el verdadero Jesús afirmaba estaba en nuestro interior y, quienes lo encontraran, podrían hacer lo que él hacía. Sus científicos demoniacos identificaran la glándula pineal de los seres humanos. Descartes la describía como el asiento del alma. Una chispa divina en nuestro interior, el reino de los cielos en nuestro templo interior y era biología pura. El ojo que aparece en el billete del dólar y en diferentes lugares la identifican con una piña. Alquimia del alma.
Con la receta del Illuminati, desde el siglo 19 iniciarían un largo proceso para neutralizar ese poder en una sociedad especial con las farmacéuticas. A través del agua que bebemos, la comida, las medicinas, la pasta de dientes, el aire que respiramos, en los trabajos de los dentistas, con su química, han logrado calcificarnos ese potencial desconocido. Ese secreto que, a infinidad de sabios, al acezarla, los han llevado a sus descubrimientos más grandes en esos estados de conciencia cuántica y lo reconocen.
Y esto no es especulación, en el juramento Illuminati y así lo definen; “Los metales les provocarán perder la mente. Les prometeremos encontrar la cura mientras los alimentamos con más veneno. Ese veneno será absorbido a través de su piel y de sus bocas, los volverá locos y afectará sus sistemas reproductivos. Así, sus hijos nacerán casi retrasados y esconderemos esta información. Esa toxina estará escondida en todo lo que los rodea; en lo que toman, lo que comen, lo que respiran y lo que visten.”
Ese es el enemigo que nadie conoce.
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