Ricardo Valenzuela
Desde que la cadena Fox se sumara a todas las vendidas a las izquierdas definidas e indefinidas, se iniciaba la salida de sus analistas políticos etiquetados de conservadores donde se distinguían Bill O’Reilly, Tucker Carson, identificados como cercanos a Donald Trump. Pero, el que causara temblores con su salida sería Glenn Beck, por sus agresivos reportajes que tanto molestaban a esas izquierdas y, además, era el único que, no solo no era cercano a Trump, sino uno de sus críticos mas despiadados que, por sus explosiones, ganaba espacios entre demócratas.
Todos ellos formarían sus canales independientes en donde encontrarían éxitos impresionantes. El canal de Beck, además del gran éxito de su aventura, se definía como el más creativo y agresivo detractor del Grupo de poder político, pero, cayendo en esa clásica situación tan popular entre estos analistas políticos, agresivas criticas sin señalar posibles soluciones inteligentes. Y se le sumaba a su etiqueta el ser un feroz enemigo de Trump que, en cierto punto, sus agresiones sonaban como odios personales e irrespetuosas.
Todo cambiaria cuando, después de haber atestiguado el robo de la segunda elección de Trump, la administración Biden destrozando el país ya de forma descarada y, sobre todo, un Trump que lograba de nuevo su nominación y el intento de asesinarlo. Se armaría de humildad y, aceptando un consejo, lo llevaría a organizar una cita con el ya candidato. La reunión se llevaría a cabo en la comandancia de Trump en Florida y, después de la reunión, sucedería algo que sorprendería a todo mundo. Beck salía de la entrevista totalmente trasformado.
