Ricardo Valenzuela
En medio de esta revolucion de grandes confusiones donde, desde elementos como la religión, la política, la historia, el arte, educación, la cultura, y todo lo que forma el pegamento para sostener unidas a las sociedades, ya han sido ubicados en el banquillo de los acusados. Porque, ha sido muy obvio y hay claras evidencias de una configuración bien estructurada, donde se han coordinado para actuar y ahora se les acusa de haber provocado lo que se ha etiquetado como Nihilismo.
Ese Nihilismo se ha identificado como una actitud de un gran vacio social y espiritual de la humanidad donde ya nada tiene sentido, nada importa, algo que se podría describir con la frase del filosofo; “La mayoría de la gente camina por la vida sufriendo una silenciosa desesperación.” Ya no creemos en nada y la vida no tiene significado. Es cuando algunos abandonan la iglesia en busca de algo nuevo. Hemos cargado mucho tiempo la vieja moral del sacrificio, del sufrimiento, de la culpa y se ha provocado esta crisis.
Esto ha obligado a mucha gente establecer una nueva amplitud de mente para considerar alternativas y, tal ves en su frustración, han abierto avenidas para considerar las ideas de aquellos pensadores renegados y repelidos como Spinoza, Nietzsche, Descartes e inclusive, en tiempos posteriores, un Einstein y hasta el gran Jorge Luis Borges. Después de evaluar sus obras puedo afirmar, la que más me ha impresionado como guía practica de vida es La Ciencia Gaya de Nietzsche
Nietzsche afirma el cristianismo inventó un mundo ideal, inexistente, alejado de todo contacto con el mundo real. Definía el cristianismo como una filosofía y una moral vulgares para personas débiles y esclavos que siempre ha propuesto valores decadentes que no permiten que las personas sean libres. En esta obra deja en claro la muerte de un horizonte, de una verdad ordenadora, una pérdida de centro, además de una serie de sentencias sobre el hombre y su psicología.
Con ella se cierra el periodo negativo (destrucción de la metafísica cristiana) y se abre el periodo afirmativo (de construcción de nuevos valores), en el que se destaca la obra, Así Habló Zaratustra. Afirmaba era hora de ya no ser ovejas y pasar a ser creadores. Ante las descalabros de la vida preguntarnos ¿Como puedo transformar esto en algo positivo? Establecer una brújula que no la controle ese viejo deber moral. Poder reír y cantar en medio de las explosiones destructivas. Y solo los que tienen un por que vivir, realmente viven.
Narraba el aforismo del hombre que salía de día con una vela encendida buscando a Dios y, al no encontrarlo, lo declaraba muerto. Es cuando emergiera ese Nihilismo de ya no creer en nada y, al no tener con que sustituir a Dios, busca algo y pasa al abandono de lo viejo sin saber hacia donde ir. Pero el mundo ha sido carcelero dirigiéndolo a un abismo silencioso, todo parece hueco cortesía del nihilismo cultural, es un cáncer espiritual. Y al declarar a Dios muerto, nace un vacío hambriento en forma de Anestesia Cultural. Nace la indiferencia, mueren las ilusiones, la ceguera no les permite avanzar y la gente ya no cree en nada.
Y con la ruta perdida les han servido el Ideal Estético, un gran engaño maquillando el sufrimiento vestido ahora de nueva religión, filosofía, tecnología, pero, con las mismas bases del cristianismo. Este nuevo ideal provocaría gran enfrentamiento entre Wagner y Nietzsche y el final de su amistad. Wagner, uno de los grandes compositores alemanes, como Jose Alfredo Jimenes en Mexico, el gran sacerdote de virtudes como dolor, sufrimiento, pobreza, la metafísica del Verdugo, hacía lo mismo con sus grandes piezas musicales
Invita luego a que, ante la posibilidad de repetir tu vida igual muchas veces ¿que decidirías? Es cuando surge lo que él llamaría el Retorno Eterno para seguir prisionero. Un espejo que te muestra la realidad y te das cuenta no seguiste el consejo de Show:
Consigue lo que quieres o te veras forzado a querer lo único que tienes. Donde no hay ventilación el aire puro es declarado insalubre. Donde no hay conocimiento, la ignorancia es declarada ciencia. Donde no hay valores reales, cinismo e hipocresia es aceptado y admirado.
Nietzsche frustrado veía ese proceso de la moral del esclavo avanzando. Las virtudes seguían siendo la humildad, el dolor, sufrimiento, sacrificio, pobreza. Y nacia la pedagogía del auto rechazo y los pecados para el hombre seguro de si mismo, soberbio, al rico, egoísta. La moral ahora sirviendo como látigo de pecadores con los nuevos elementos para la sumisión, pero, provocando la Neurosis Silenciosa. Una lucha interna entre lo que sentimos y lo debíamos de sentir. Porque, afirmaba Emerson, en esa lucho nos convertimos en dioses en ruinas que se pueden reconstruir
El pecado mas grande de ambos, Spinoza y Nietzsche, fue el afirmar el gran potencial infinito de los seres humanos. Spinoza lo identificaba con esa divinidad de la naturaleza y, como Emerson de Nietzsche, también se manifestaba en la naturaleza. Nietzsche, invitando a una nueva Ética del Creador. Con esa fuerza interior enfrentar el caos defendiendo los nuevos valores genuinos. Utilizaba la transformación del hombre de Camello, luego Leon y finalmente el niño con su mente y alma puras, para una vida con nuevos valores. Un rebelde abriendo brecha con su machete en esa selva.
Ese hombre especial con sus nuevos valores, que no obedece ciegamente, que dice si al conflicto creador en especial a las injusticias. Una transformación interior para abrazar la totalidad de su vida. Un experimento mental y espiritual solo para valientes. Un hombre nuevo sin resentimiento el veneno fatal de la humanidad que mezcla envidia, cobardía, cinismo, complejos y, en lugar de buscar ayuda, define mejor odiar siempre culpando a otros. En lugar de construir destruye.
El hombre de Spinoza con su Dios es todo Naturaleza, o el de Emerson y de Nietzsche con su ubermench quelo encontró en la profundidad de la mente. Ese hombre que construye sus propios valores de forma natural, valores emanados de su interior como el mandato de Jesus de Nazaret, “el reino de Dios está dentro de ti.” Ese hombre no atrapado por la cultura decadente, del circulo vicioso del dolor, de la moral de esclavos. Sino el constructor, impulsador del arte como vino celestial, es el único que puede rescatar al mundo de la esclavitud moral, mental e intelectual.
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