Ricardo Valenzuela
Creo que ante alguna pregunta solicitando distinguir los miles de años de historia de los tiempos modernos, una de las respuestas más populares iría más allá del progreso de la ciencia, tecnología y la moderan república liberal. Porque la revolucionaria idea que define las fronteras entre la modernidad y el pasado, debería ser la búsqueda de esa maestría para manejar el riesgo. Desde inversionistas apostando en el mercado, ingenieros construyendo enormes puentes, los médicos operando, siempre los acompaña ese molesto socio, el riesgo.
Y ante tal inconveniente, hemos acudido a los profesionales que nos entregarían el esquema de administración del riesgo. Necesitábamos ese mágico elixir que, como la amorosa madre al acostar a su niño cada noche, le dé un beso y le diga que al despertar todo estará bien y el desayuno en la mesa. Un esquema que nacía con la poderosa ecuación de los Rothschild, sus armas silenciosas para llegar a controlar las mentes de la humanidad.
Ante tal panorama un grupo de visionarios, supuestamente, revelaron cómo establecer el futuro al servicio del presente. Así al mostrar al mundo cómo entender el riesgo, medirlo, evaluar las posibles consecuencias, ese instrumento se convirtió en el principal catalizador que debería impulsar a las sociedades occidentales. Como Prometeo, desafiarían los dioses y probarían la existencia de la oscuridad en busca de la luz para cubrir el futuro ante tal enemigo. Pero, en estos momentos vemos que se sumaron a esa oscuridad para darle más potencia.
Sin embargo, para entender este proceso, debemos acudir a las primeras representaciones de este fenómeno que, originalmente, se iniciara mezclado con la ambición de control. Porque ha sido la raíz del nihilismo que en estos momentos vive la humanidad donde ya nada tiene sentido, nada tiene significado—la filosofía, la política, la religión, la sociedad. La mayoría de la gente vive sin motivación, sin ilusiones, sumisa y, más grave, aceptando el valle de lágrimas todo reforzado por la cultura, educación, la media, la música. Estamos viviendo una cruda espiritual.
Y este nihilismo ha producido la clásica actitud en la casa del alcohólico con un elefante en la sala. Todos lo ven y todos lo ignoran. Pero, el elefante sigue avanzando a otros espacios de la casa y, al continuar ignorándolo, el elefante en su transitar inicia la destrucción de todo lo que contiene esa residencia. Hemos establecido un auto rechazo porque es lo que el cristianismo ha promovido y nos atrapa definiendo sus virtudes como la pobreza, castidad, obediencia, el sacrificio terrenal para ganar el cielo. Y pecadores con una moral como el látigo castigador. Ser bueno era negar nuestra humanidad para no protestar.
Cuando alguien fracasa seguido afirmamos tuvo mala suerte, así se dispensa al actor de esa responsabilidad. Pero cuando afirmamos alguien tuvo muy buena suerte, le estamos negando el crédito que merece por su manejo que provocó ese resultado. Y es cuando surgen grandes confusiones. Porque hemos descubierto que el esquema original se ha estado modificando. Un proceso que se iniciaría cuando Mayer Rothschild afirmara: “Denme el control de la moneda de un pais, y no me importa quien dicte las leyes.” Convertiría la economía mundial en su casino personal con todas las cartas marcadas.
Mayer tenía planes que nadie se los hubiera podido imaginar. No era solo el manejo de la moneda de un país, era llegar a controlar la economía mundial de la misma forma que el cristianismo habia establecido lo mismo a través de conquista espiritual. El cristianismo tenia ya 1,7oo años de experiencia cuando, en el siglo IV, el emperador Constantino con astucia reconociera el concepto de mercado y la importancia de su control, y fundaba su iglesia para tan ambicioso objetivo, el apendejamiento de las multitudes (mercado) para consolidar el control de su imperio—la factoría de obedientes corderos.
Durante los siguientes 12 siglos, los poquitos estallidos en contra de esa maquinaria opresora—iglesia y monarcas—de inmediato serían aplastados mientras el proceso de programación mental y espiritual avanzaba sin mayores consecuencias. Pero, con el nacimiento de la era renacentista, surgían figuras de una potencia desconocida para retar eso odioso monopolio político y espiritual. Figuras como Turgot, Tocqueville, Bastiat, Cobden primero, seguidos por Nietzsche, Emerson, Thoreau. Pero todos con una gran conexión ligándolos al más agresivo de todos, Spinoza, que afirmaba "la razón humana purificada tiene la potencia para llevarnos a Dios, es nuestra chispa interior de conciencia divina."
Porque Spinoza desafiaba todo y, de forma explosiva, los cimientos de la iglesia católica eran demolidos en todas sus bases y seguía afirmando. “Lo divino no necesita ser inalcanzable o inentendible. Jesus había sido un ser humano tocado por una divinidad. Panteísmo de la forma mas radical. Si Dios está en todas partes, no se necesitan las iglesias ni sus “representantes.” Si somos extensiones infinitas de dios, como lo afirmaba Jesus, la divinidad estaba en nosotros.” Después Nietzsche, ya durante el siglo 19, llevaría los ataques de Spinoza a niveles intolerables para el Establishment.
Y ese mismo Establishment respondería agresivamente reclutando a los grandes oligarcas de EU y de Europa, iniciando una serie de organizaciones para sofocar esos fuegos encendidos donde ya militaban economistas del calibre de Adam Smith en Inglaterra, William Graham Sumner en EU, quien escribiría su extraordinaria obra The Forgotten Man. Un hombre que admirara profundamente a un grande como Henry Hazlitt afirmaba; “la historia de los estados ha sido una historia de egoísmo, codicia, y robos descarados.”
Sin embargo, no sería suficiente para detener el avance de las fuerzas oscuras que, además de su agresiva promoción del marxismo económico, han ya avanzado su filosofía de inmoralidad y decadencia en una diabólica orquesta global. Conjunto dedicado a la destrucción de aquella moral de EU que de forma tan bella describiera Tocqueville, pero, advertía también, que, si algún día se perdiera, los EU al mismo ritmo perderían su prosperidad y su libertad. Y desgraciadamente en este proceso los EU transitan en estos momentos ante una sociedad atrapada por esa moral de los esclavos, en esas vidas sin plenitud.
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