Ricardo Valenzuela
El presidente Trump varias veces fue liberado de las payasadas de los usurpadores tratando de cazarlo. Pero lo único que habían conseguido, fue que la gente lo considerara como víctima de esos piratas que siempre actúan sin respetar la ley y su popularidad escale a niveles récord. Con el último intento, nos mostraron cómo han tomado control de las instituciones judiciales del país que, en estos momentos, se han corrompido llegando a convertirse en lo que deberían de combatir. La ética, la moral y, sobre todo, el mandato de la gente, han muerto para darle vida a una nueva familia de mafiosos que cada día asoman al país al precipicio del infierno.
Un hombre que yo admiré, a su retiro como ministro de la suprema corte de justicia mexicana, enviaba un poderoso mensaje que, entre otras cosas, describía la situación del México post revolucionario que, en estos momentos, pienso también servirá para describir la situación de anarquía constitucional que ahora arropa al país de la otora santidad de la ley, los EUA. Un país que ha caído bajo el control de los seres más abominables del mundo. Y, con el odio que los impulsa, al correr la cortina de ese teatro de la maldad nos han mostrado lo que se oculta tras bambalinas. Una pandilla de criminales cuyas motivaciones son el odio, el miedo, la venganza, su adicción a un poder sin límites cuyo lubricante es el dinero mal habido que les llega en avalanchas al vender sus favores legislativos.