LA MADRE NATURALEZA Y DIOS (Primera)

 Ricardo Valenzuela

Las enseñanzas de Jesús

Desde muy temprana edad cuando se iniciaran los señalamientos de mi gran defecto al pensar demasiado y, sobre todo, pensar puras pendejadas, ese defecto me había provocado una pecaminosa inquietud. Toda la información religiosa que recibía en un colegio privado católico, lo que realmente me provocaba el proceso era una prohibida rebeldía. Rebeldía al resistirme a creer aquellas fábulas que recibíamos armadas con la orden de aceptarlas con fe ciega, so pena de sufrir severas consecuencias. Pero, tal vez pellizcando la lógica ranchera, esas historias me resultaban imposibles de creer. 

En aquella niñez siempre en el rancho de mi abuelo, él siempre provocaba que pasara tiempo con el viejo Pedro Daniel. Pues decía que era hombre muy sabio y podría aprender muchas cosas si le deba la debida atención. Fue cuando empecé a ir con él al monte donde conseguía la madera para fabricar hermosos muebles rústicos que luego vendía con el apoyo de mi abuelo. En una ocasión en la que se refería a la “madre naturaleza”, le preguntaba qué era lo que significaba. El viejo, a su estilo me respondida; “eso, que los montes son madres y padres de todos nosotros.” No se extendería con algún tipo de explicación y solo pensé, pinche viejo loco.

 Pero el viejo Pedro, que todos los vaqueros decían que era un brujo, habia plantado una semilla que muchos años después diera fruto. 

Con mis inquietudes y haber permanecido rebelde ante lo que me habían enseñado en tantos años de programación, yo habia iniciado la búsqueda de algo que, sin esa fe ciega, me pudiera crear una conexión entendible y diferente. Algo que me ayudara a conocer ese Dios que, sin haber podido identificarlo, sentía esa necesidad de encontrar algo que provocara, no un descubrimiento, yo estaba ya seguro de la existencia de un ser superior, lo que buscaba era algún instructivo para conectar y entender esa fuerza divina superior. Y no era una actitud irrespetuosa, ni altanería como la calificaran, todo lo contrario, era la humildad aceptando no entender. 

Muchos años después de transitar mi propio calvario, esa inquietud me llevaría a conocer la filosofía de Sócrates y su famosa Mayéutica y, sobre todo, su metodología que la expresara afirmando; “yo solo se que no se nada.” Era la primera puerta que abría y veía luz. Ese método socrático de diálogos para exprimir las mentes de sus discípulos, no solo proceder a exponer sus verdades de la clásica forma autocrática, entendí era el secreto para la formación de mentes libres. Esas mentes siempre inquisitivas, inconformes, siempre sedientas y abiertas para descubrir la verdadera sabiduria. Una actitud para siempre estar cuestionando, exponiendo otros puntos de vista libremente. Pero, también me di cuenta de ese peligro que ello representaba y le costara la vida al filosofo más grande de la historia. 

Pero, la semilla de Sócrates germinaría dando vida a Platon y Aristóteles con sus ideas liberatorias que, siglos después, elevarían el peligro ante el poderoso Imperio Romano. En esos enfrentamientos surgia un emperador maquiavélico, Constantino, quien, para enfrentar el peligro de las ideas de Jesus de Nazaret, se diera a construir la gran organización que las debía suprimir, el cristianismo. Sin duda la herramienta mas efectiva y poderosa de la historia para, utilizando sus increíbles logros modificarlos para lo contrario que habia predicado ese poderoso ser. La humanidad se enfrentaría a mas de mil años de oscuridad y, sobre todo, programación esclavizadora.

Se habían destruido los mensajes reales de Jesus en los evangelios de Tomas, Felipe, los de Juan y, lo más increíble, los de Maria Magdalena quien, lejos de la imagen que le habían creado de una pecadora, era quien definiera Tomas como la discípula que Jesus más habia amado por su sabiduria, su profundidad de conocimientos y la mas influyente de todos. Los cátaros del sur de Francia retomaron muchas de sus ideas como el rechazo al mundo de Pablo y la creencia en un Dios de amor distinto del creador del Antiguo Testamento. 

Muchos años después, mi larga jornada me llevaría a la apertura de una nueva puerta. Una puerta de una luz tan peligrosa que provocaba una ola de persecución nunca vista, la Sagrada Inquisición. Una puerta que me señalara complicaciones jamás imaginadas. La iglesia católica se habia convertido en la fuerza más poderosa de la edad media para, inclusive, mantener control sobre reyes y emperadores. Un poder derivado de la programación total de las sociedades de Europa y, lo más increíble, era la misma estructura tiránica que provocara mi búsqueda de lo que necesitaba. Pero, con el inicio del renacimiento algo casi increíble sucedía ante una iglesia ya senil. 

Las inconformidades de aquellos gnósticos afirmando Pablo había secuestrado el mensaje de Jesus, lo había modificado y deformado de acuerdo con lo solicitado, para luego convertirse en el arquitecto de la nueva religión cristiana con el mandato clave de esclavizar a la gente. Pablo, un exsoldado mercenario romano, quien jamás había conocido a Jesus, neutralizando sus discípulos y apóstoles que eran los verdaderos herederos designados por Jesus, tendría mano libre para su proceso. Pero una iglesia que, por primera vez, enfrentara fuerzas considerables y la hacían temblar como nunca. 

Mi ruta rendirá dividendos cuando descubrí a una serie de filósofos que se sumaban a esas fuerzas contra la ignorancia. Pensadores como Espinoza, Nietzsche, Descartes. De forma especial me impresionaran los escritos de Espinoza. Un filósofo que siglos después seduciría a una mente como la de Einstein. Solamente después de su muerte se conocería su explosiva conexión con Espinoza. Aunque poco antes ya daba pistas con dos afirmaciones: “Yo creo en el Dios de Espinoza” y después cuando afirmara que “Espinoza le habia llevado a conocer el verdadero Dios,” y hasta después de su muerte se descubria que Einstein se habia convertido en místico. 

Al leer que al encontrar en las posesiones de Einstein el libro de Espinoza, Ética Demostrada con Orden Geométrico, con una serie de anotaciones, ecuaciones con los cuales Einstein geométricamente demostraba la existencia de Dios, sentí estaba llegando a mi destino. En sus notas afirmaba dios es la sustancia infinita, es todo. Se daba cuenta de la gran conexión de Dios y la Física que era la medida que Dios utilizaba. Pero, me faltaba mucho por descubrir.  

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