Ricardo Valenzuela
Ayer Trump
hizo realidad su amenaza de establecer tarifas al comercio de Mexico, Canada y
China, provocando que gran parte del mundo hayan iniciado la danza de las
gallinas decapitadas que, aun sin cabezas, corren de forma burda testereando
los alambres del gallinero que las hubiera tenido encarceladas. Así Trump
provoca algo verdaderamente sorprendente. A nivel mundial le cuelgan todas las
etiquetas peyorativas que se hayan inventado. Pero, en EU, surge su popularidad
a niveles récord. Uno de los motivos de Trump para tal acción, entre muchas
otras, son las toneladas de todo tipo de drogas y fentanilo enviadas desde
Mexico a EU.
Estas explosiones me han hecho recordar una época de mi vida en que conocí a un hombre verdaderamente interesante. A finales de los años 70, siendo yo un joven de 30 años con la responsabilidad de la Dirección General de un banco en Guadalajara, por razones del destino, a unos meses de mi arribo a esa ciudad, me dirigía hacia un elegante restaurant para conocer a un nuevo cliente del banco que estaba depositando enormes cantidades de dinero. La explicación que me daban era que se trataba de un emprendedor de Sinaloa recién llegado a la ciudad.