Ricardo Valenzuela
Unos meses antes de la elección del año pasado, uno de mis grandes amigos de la infancia, Jose Luis Gonzales Iñigo, me preguntaba quien pensaba ganaría la elección. Le daría una respuesta con la cual, sin darme cuenta, en cierta forma mostraba alguien aceptando una derrota. Le respondía que ganaría la candidata. Pero, no como debería suceder logrando la mayoría de los votos, sino porque yo veía el poderoso avance de esas fuerzas oscuras que, en la vergonzosa administración de Biden, se habían consolidado prácticamente garantizando con su siguiente robo el tiro de gracia al país.
Y tenia elementos de sobra para pensar era el final. Nunca los EU habían sufrido ataques tan potentes, descarados y, sobre todo, ignorando la Constitución, con efectos, aunque medio ocultos, yo sí lo apreciaba viendo habían llevado al país al inicio de su agonía. Porque, la tragedia que hubiera representado la victoria de Trump ante la maquinaria política más corrupta y devastadora de los Clinton, jamás permitirían volviera a suceder. Trump habia estropeado el mandato de Hillary de ejecutar el tiro de gracia y celebrar victoria total.